De 2021 arrastrábamos unos precios del pool que se habían acomodado en la franja de los 200 €/MWh. Marzo de 2022 supuso un récord que, afortunadamente no hemos vuelto a repetir, con sus 283,21 €/MWh de precio medio mensual. Desde entonces los precios se han ido moderando. Por supuesto, los precios de marzo de 2022 estuvieron condicionados por la invasión de Ucrania. La guerra posterior apunta a convertirse en un conflicto de largo plazo y los mercados, como los medios de comunicación, terminan por acostumbrarse incluso al peor de los horrores. Sin embargo, la necesidad de fortalecer nuestro sistema energético y hacerlo menos vulnerable a las importaciones fósiles es algo que ha calado hondo en nuestra sociedad. Entendiendo la frase dentro de su contexto, en ocasiones hemos reconocido que Vladimir Putin ha hecho más por las renovables que Greta Thunberg en los últimos cuatro años de protestas. Por supuesto, también ha hecho más por cambiar nuestro pensamiento colectivo que los treinta y cinco años que nuestra Asociación lleva predicando la necesidad de apostar por las renovables para reforzar nuestra independencia energética.
Los últimos datos del Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables apuntan a que España tuvo una dependencia energética del 70,4% en 2021, más de diez puntos porcentuales que la media de la UE-27 (59,5%). De cada 10 unidades energéticas, en España nos vemos obligados a importar 7. Las energías renovables son las únicas energías autóctonas que tenemos en España y parece que solo tras cortar Rusia sus gasoductos nos hemos dado cuenta. El déficit económico de nuestro sistema energético (exportaciones menos importaciones) es de -25.325 millones de euros, el 97% del déficit total de nuestra balanza comercial, que supuso en 2021 un total de -26.178 millones de euros. Por supuesto, no se pueden hacer comparaciones directas entre estas magnitudes, una economía potente pero dependiente de las importaciones podría perfectamente tener un déficit energético y un superávit comercial. Pero que no se pueda establecer una relación causa-efecto directa no significa que no exista una relación. Y, por supuesto, las magnitudes tienen un volumen que deberían resaltar en la agenda económica de cualquier partido político.
En este año hemos sufrido el peso de las importaciones fósiles en todo su esplendor y han sido muchos los que han mirado a las renovables pidiendo explicaciones. ¿Por qué si tenemos ya renovables baratas no se está reduciendo el coste de la energía? ¿Por qué se han quedado desiertas las últimas subastas?
Sobre el abaratamiento del sistema eléctrico, debemos entender que venimos de una moratoria que ha lastrado el desarrollo del sector. Entre 2014 y 2018 se instalaron, en total durante los cuatro años, poco más de 260 MW. El ritmo instalador de los últimos tres años se ha situado en una media de 5.000 MW anuales, más aún si contabilizamos el autoconsumo, gran ausente de las estadísticas oficiales. Si hubiéramos tenido un ritmo parecido durante la moratoria, contaríamos en el sistema con 24.000 MW renovables adicionales, casi la mitad de lo que necesitamos para cumplir el PNIEC. No se trata de acelerar ahora el desarrollo para responder a la actual crisis, se trata de mantener un crecimiento sostenido de nuestro parque renovable para blindarnos ante futuros problemas. A pesar de ese lastre, las renovables sí que están reduciendo nuestra factura energética. Solo en el sistema eléctrico, las renovables redujeron la factura en 10.479 millones de euros debido a la formación de precios en el mercado diario, adicionalmente, ahorraron 10.327 millones de euros en importaciones fósiles evitadas y 3.090 millones en derechos de emisión. Las renovables están contribuyendo a contener una inflación desmedida en el sistema energético.
Sobre las últimas subastas, la respuesta es mucho más compleja. En primer lugar, hay que entender que el éxito de las subastas no radica en que se llenen los cupos subastados. Al menos, no solo en eso. Las subastas de enero de 2021, que adjudicaron más de 3.000 MW a un precio promedio de 24,47 €/MWh, cubrieron su cupo, pero sorprendería que, en el actual escenario de precios del mercado, se terminen implementando bajo esta modalidad. De igual forma, nadie piensa que el hecho de que no se haya cubierto la subasta de noviembre vaya a ralentizar el desarrollo de los proyectos.
Tenemos en el año que comienza numerosos retos sobre la mesa. El primer hito es el 25 de enero y solo el Ministerio tiene respuesta sobre lo que va a ocurrir. Pero el resto del año no tendrá una exigencia menor. Debemos dar pasos decididos ya a la integración de renovables para satisfacer nuestros usos térmicos, bien de forma directa (biomasa, geotermia…) como mediante la electrificación y el uso de bombas de calor de alta eficiencia. Tenemos que anticiparnos a un mercado que alternará picos y ceros, y eso solo podremos hacerlo desde la planificación y la integración de almacenamiento e hibridación a un ritmo mucho mayor que el actual. Disfrutemos del privilegio, y también de la responsabilidad, de dar una respuesta renovable a las futuras crisis energéticas, contamos con la experiencia, los recursos y el talento necesarios.