Desde que hace dos semanas se publicó el borrador de Autoconsumo, el sector renovable es un hervidero. Propuestas, llamadas de interés, artículos en portadas de los medios generalistas. Haciendo un símil bíblico, es como si después de estar sobreviviendo en el desierto durante años de pequeñas dosis de “maná” por fin se viese la tierra prometida, y con ella un futuro basado en una legislación que, aunque tiene luces y sombras, habla de instalaciones comunales, ahorros importantes y simplificación burocrática. El Edén.
Sin embargo, todavía se observa mucho temor por parte de algunos que durante años han deambulado por ese desierto esperando que llegase el momento. Personas y empresas que siguen desconfiando de este nuevo “El Dorado”, y mantienen el temor de que se trate únicamente de un pequeño oasis en el desierto y que mañana podrían cambiarnos las reglas del juego y mandarnos otra vez a la casilla de salida.
Lo cierto es que no lo creo, y créanme si les digo que soy una persona bastante escéptica en lo referente al binomio “renovables-legislación”. La experiencia me ha enseñado que el mayor tahúr del reino es el propio Estado, que tiene el arte de decir hoy una cosa y hacer la contraria mañana.
Sin embargo, por una vez no creo que ocurra, y no porque el “Winter Package” dijese que se debe garantizar el acceso al autoconsumo a los ciudadanos sin cargas que no reflejen el coste real de la actividad, o porque recientemente se aprobase una nueva Directiva Europea que incluyese como uno de sus pilares básicos la seguridad jurídica de las inversiones. No, no son esas las razones principales. En mi opinión el principal motivo es la concienciación ciudadana y el miedo que tienen los políticos de los grupos “A”, “B” y “C” a perder votos. No será la primera vez que un partido publica una norma que no gusta al adversario, pero sí a la sociedad en su conjunto, y cuando la oposición llega al poder, por muy en contra que estuviese, no puede siquiera tocar una coma ante el clamor popular de la medida. Al fin y al cabo, la clase dirigente de este país tiene una perspectiva de futuro de tan solo cuatro años y no van a sacrificar sus prebendas por algo que no es cuestión de Estado.
Por otro lado, el lobby eléctrico, uno de los grandes culpables de lo que ha pasado estos años, ya ha visto el modelo de negocio y ahora quiere apropiarse de gran parte del pastel. Este mismo lobby que hace tres o cuatro años convenció al gobierno de la necesidad de imponer cargos a la energía autoconsumida y que luchó en contra de todo lo que fuese atentar contra su posición de dominio, ahora ha visto que las políticas europeas no les acompañan en sus modelos tradicionales, pero sí su posición de mercado, y como además han tenido tiempo para diseñar con paciencia nuevos productos, ven la oportunidad de colocarse en primera línea de salida y mantener así su estatus. No se trata de conjeturas, solo hay que ver las multimillonarias inversiones en marketing que desde un tiempo a esta parte está realizando alguna de las mayores compañías eléctricas del país.
Así, mientras no ocurra un desastre, o no se ponga coto a las malas praxis (conviene aquí recordar lo que ocurrió con la solar térmica, una gran idea que degeneró en cantidad de instalaciones mal diseñadas por empresas no cualificadas que únicamente perseguían el lucro sin importarles la tecnología y su uso), el futuro del autoconsumo en el largo plazo está sobradamente asegurado. Por supuesto, esto pasa por una legislación estable que reconozca el esfuerzo y la inversión del autoconsumidor, pero que en ningún caso penalice los costes del sistema e implique sobreesfuerzos por parte del resto de consumidores.
Además, la evolución tecnológica que implicará una reducción continua de los costes de las instalaciones y de los sistemas de almacenamiento y la penetración del vehículo eléctrico durante la próxima década, harán que cada vez la generación con fines de autoconsumo sea más necesaria para el sistema eléctrico. Así pues, quizás deberíamos pensar en positivo porque, ¿y si resulta que está vez no viene el lobo?