El asunto funciona siempre de la siguiente manera: el precio de la luz se dispara. Comienzan a surgir críticas y el tema centra la actualidad de la parrilla televisiva. Las redes sociales se movilizan y, tirando de hemeroteca, aportan antiguos videos y tuits, en los que los partidos que están en el poder en el momento en que todo esto ocurre, critican lo mal que lo hacía el anterior gobierno cuando ocurría exactamente lo mismo. La presión aumenta. El precio de la electricidad abre los telediarios. El Gobierno, que ve cómo la situación impacta en las encuestas, comienza a desdecirse respecto de lo que comentaba cuando estaba en la oposición y decide poner a sus millares de asesores a buscar soluciones creativas y de corto recorrido. Finalmente, poco tiempo después, anuncia entre fanfarrias y querubines que trabaja por la ciudadanía y ha dado con la tecla que solucionará de forma perpetua los problemas existentes. La cohorte de palmeros (tertulianos, comunicadores e incluso entidades del sector eléctrico) celebran con jolgorio la noticia y el Gobierno da el tema por terminado hasta la próxima crisis. Dicho esto, y aunque centre la crítica en el gobierno que actualmente está en el poder, la realidad es que este procedimiento está en la primera página del manual que siguen todos los partidos políticos del arco parlamentario.
Ahora, lo hecho por el Ministerio en este último mes es como para escribir un tratado:
hace no muchos meses indicaban que el IVA de la electricidad no se podía tocar porque Bruselas lo impedía y, de repente, como por arte de magia, si pueden aplicar un IVA reducido. Eso sí, solo unos meses (no nos vayamos a acostumbrar), de aplicación a determinados consumidores y, además, cuando se den ciertas circunstancias, como que el precio del “pool” del mes anterior se sitúe en un nivel determinado, se produzca una alineación de estrellas o el “Derby de Kentucky” lo gane el favorito en las apuestas. Es decir, que si de por si los consumidores tienen problemas para entender lo que pagan, desde ahora hasta diciembre directamente van a claudicar.
Luego está el tema de la supresión del impuesto del 7% en el próximo trimestre. Dado que es la segunda vez que lo hacen, parece como que hayan identificado este impuesto como una palanca de elevación del precio del pool (algo que no va muy desencaminado, por cierto). Y si es así, ¿por qué no lo eliminan de una vez? Total, si necesitan subir los ingresos del sistema para cubrir costes siempre podrán incrementar los cargos y peajes de acceso. Bueno, mejor no, que subir peajes y cargos es impopular. Orquestemos otra vez un trampantojo regulatorio y luego ya les volveremos a ajustar los ingresos de los productores y a complicarles la vida.
Suma y sigue. Como el CO2 está disparado, justificamos un recorte de ingresos de las nucleares, grandes hidráulicas y, de rebote, otras renovables como las eólicas. El rediseño retributivo de hidráulicas y nucleares debería haberse aplicado cuando finalizaron los famosos “CTCs”, pero no años después y utilizando al CO2 como excusa. Es decir, se trata de hacer “política energética”, no “espontaneidad política”. Además, lo hecho, que no deja de ser una intervención de un mercado que se presupone liberalizado, transmite una peligrosa señal para inversores y agentes.
Por otro lado, que enlaza con los puntos anteriores, está el Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE). Este fondo, que a titulo personal me parece un gran acierto porque la transición energética debe ser asumida por todos los sectores, especialmente, los más contaminantes, verá reducido su impacto final. El recorte a hidráulicas, nucleares y algunas renovables, se considerará un ingreso del Sistema, por lo tanto, en su conjunto, el importe del FNSEE que deben asumir hidrocarburos y resto de fuentes contaminantes será menor. Parece como si finalmente el Gobierno hubiese reculado ante la presión de estos, reduciendo su aportación.
Mientras tanto, centrando la actualidad en el sistema eléctrico (que no olvidemos, supone menos del 25% de nuestros costes energéticos), seguimos desviando la atención en relación al “tarifazo” mensual del gas, al desproporcionado precio de los carburantes y otros temas de suma relevancia.