pablo corredoira

Cuando todo puede ir a peor

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De un tiempo a esta parte, nuestro mundo se ha dado la vuelta completamente y sin visos de que la noria en la que estamos montados se frene y todo vuelva a su sitio. Y es que, en apenas año y medio, hemos pasado de una vida acomodada (al menos en lo que se conocía hasta ahora con el eufemismo del “primer mundo”) y una economía que se recuperaba de los estragos de “la crisis del ladrillo” a la situación actual. Porque, no solo tenemos que convivir con el maldito bicho que ha cambiado nuestra vida para siempre, sino que además estamos en un escenario inconcebible de desabastecimiento industrial que, por si fuera poco, se agrava con un problema energético a escala mundial.

El problema energético es mayúsculo y parece que se mantendrá durante los próximos meses. Por un lado está el suministro del gas. Existe un grave conflicto diplomático entre Marruecos y Argelia a cuenta, entre otros aspectos, del problema existente en el Sahara Occidental. Todo ello ha derivado en un cierre del gasoducto Magreb-Europa. Y aunque Argelia ha garantizado el suministro a España por buques metaneros, la situación ha derivado en un incremento de los precios del gas.

Adicionalmente, está el problema del suministro europeo con gas ruso. Rusia cortó el suministro a través de Ucrania y los precios se dispararon entre septiembre y octubre. Recientemente el Kremlin ha ordenado a Gazprom bombear más hidrocarburo, lo que ha redundado en una ligera reducción de los precios. En todo caso, y aún teniendo en cuenta esta reducción, el precio del gas está cuatro veces por encima de lo que se cotizaba a principios de año.

A cuenta de todo lo anterior, y de otros factores como los derechos de emisión, nos encontramos con un coste eléctrico en niveles históricos. Hemos pasado de un precio medio anual de 47,7€/MWh en 2019, año de referencia porque 2020 estuvo muy influenciado por la pandemia, a otro de más de 70€/MWh en 2021 (con puntas superiores y estables por encima de los 200€/MWh). Además, la situación no tiene visos de corregirse en el corto plazo. A primeros de noviembre, los futuros de OMIP cotizan en 155€/MWh solo en el primer trimestre de 2022, y en 112€ de media para todo el año.

Pero no solo existen problemas de suministro en Europa. China, la gran fábrica mundial, está sufriendo desabastecimiento energético como consecuencia del incremento de la demanda doméstica. El asunto es de tal magnitud que 16 provincias chinas han comenzado a racionar la electricidad a particulares y empresas. Para revertir la situación el gigante asiático ha comenzado a importar carbón australiano, aún a pesar de que el año pasado Pekín ordenó a las empresas energéticas que dejaran de importarlo. En todo caso, los efectos de la anterior política se están empezando a notar, comienzan a surgir problemas en las cadenas de suministro globales (máxime porque ciertos puertos aún están cerrados) y los precios experimentan una notable inflación.

El problema del desabastecimiento chino está impactando de forma directa en el sector fotovoltaico. Los módulos se han encarecido mas de un 30% en un año (con previsiones de subidas por encima de los 0,3€/Wp durante el 1Q/2022) y algunos fabricantes no pueden asegurar el stock, porque tienen que cerrar líneas de fabricación a cuenta de los cortes eléctricos que ordena el gobierno chino. Por si fuera poco, existen problemas graves de demanda de semiconductores que afectan a multitud de sectores, el aluminio se ha encarecido más de un 25% en lo que va de año y, el coste de los fletes marítimos se ha multiplicado por seis desde enero. Cabe destacar que, aunque personalizamos la situación en el sector fotovoltaico, este incremento de costes afecta al resto de tecnologías renovables.

Lo cierto es que el tema da para un análisis de mucha más profundidad (pérdida de competitividad del país por incremento de precios eléctricos, inflación, situación geopolítica, oportunidad del autoconsumo aún con la subida de costes, etc), pero esta columna de opinión solo permite raspar de forma somera la superficie del asunto y dar que pensar a los lectores.

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Francisco
El problema, y el artículo no lo dice, es el del agotamiento de los combustibles fósiles. Los productores de dichos productos energéticos han llegado a sus picos de producción o están con producciones decrecientes, como consecuencia va a haber una carestía a nivel mundial de energía, que irá empeorando paulatinamente. Todo ello nos aboca a una crisis de consecuencias imprevisibles, con una escasez, cada vez mayor, de todo tipo de productos, crisis económica y inestabilidad política. Les recomiendo que se den una vuelta por el blog del señor Antonio Turiel el Crash oil. Ah, olvídense también de la nuclear, ya que el uranio también está llegando a su pico y a la fusión no se la espera en unos añitos. ¡Felicidades! Conseguimos llegar a los límites geológicos del planeta, por lo menos en cuanto al consumo de combustibles fósiles.
Sol Mediterráneo
Yo era partidario del cierre del carbón ya, (ahora ya no lo soy) y miraba con optimismo la curva descendente del CO2 del Sistema eléctrico. Si era consciente del riego del gas (todos al gas) y por eso estaba en contra del calendario pactado del cierre de la nucleares (que es urgente alargar hasta 2.035 para mandar una señal positiva al mercado). Es importante que veamos que la generación fotovoltaica esta creciendo a un ritmo de 5.000 Gwh/año y es estratégico seguir. La energía eólica será este año la primera fuente de generación, superando a la nuclear (esto es un hito en el camino de renovables) pero este año la potencia instalada no ha crecido lo suficiente. Resumiendo, Mantener las centrales de carbón hasta 2.030 como garantía del sistema. Los Ciclos combinado son el respaldo del sistema, pero cada año tienen que funcionar menos. Las nucleares alargar su vida útil hasta un mínimo 2.035. Las renovables tienen que aportar cada año 10.000 Gwh/año mínimo. Todos los días ir al mercado y adaptar el criterio, según el precio del Mwh de cada tecnología.
Miguel
Fallos estratégicos energéticos de gran calado dan lugar a problemas energéticos de gran calado que continúan con subidas de precios y problemas para empresas y familias, perdiendo competitividad y ahorros. Alguien en el gobierno español y europeo se pensaba que cerrando y desmantelando apresuradamente las centrales térmicas de carbón mejoraría la situación de España y Europa y se han equivocado. Durante la pandemia tanto España como los países europeos tenían que haber hecho acopio de carbón barato para tener reservas estratégicas que garantizasen un precio eléctrico moderado en caso de falta de suministro de gas. España con su política energética errática se ha dedicado a comprar gas en octubre en máximos históricos para intentar pasar el invierno. Costes que se trasladarán a los consumidores. Ahora el gobierno está como un pollo sin cabeza buscando como bajar la precios de la electricidad.. pero ya es imposible. Todos los precios suben.. ha llegado la temida inflación. Algunos proyectistas de fotovoltaica y eólica se habrán pillado los dedos con sus proyectos ante la subida de precios del material y el transporte. Aunque parezca mentira, la transición energética necesita de un carbón y gas abundante y barato para que los costes de la transición a energías renovables también sean baratos y vayan a mayor velocidad, pero algunos andan obcecados en eliminar prematuramente la oferta energética de el carbón.
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