Es un tema que está en boca de profesionales del sector. Y es que parece que, como desagraciadamente ha pasado de forma sistemática, nos queremos comer todo el pastel nada más sacarlo del horno. Aunque en honor a la verdad, gran parte de la culpa o responsabilidad del asunto recae directamente sobre el legislador y las medidas adoptadas.
Pero, vayamos por partes. Según la hoja de ruta de autoconsumo del Miteco, aprobada junto con el Real Decreto Ley 29/2021, para 2030 la potencia de autoconsumo instalada en España debería situarse en una franja que oscila entre 8,8 y 14 GW. La realidad es que, según datos de la patronal APPA Renovables, a 31 de diciembre de 2021 la potencia acumulada se situaba por encima de los 2,4 GW (solo en 2021 se instalaron 1,15 GW). Es decir que, para 2030 se deberían instalar entre 6,4 y 11,6 GW. Esto da una horquilla de instalación de 0,7 y 1,3 GW anuales.
Hasta aquí todo parece tener sentido. Quedan 9 años para cumplir los objetivos y en una senda razonable de crecimiento, estos se podrían alcanzar de forma paulatina y racional. Sin embargo, con el señuelo de las subvenciones, toda esta planificación se podría cubrir en apenas 4 años. Baste señalar que las previsiones internas que maneja el sector solo para 2022 y 2023 hablan de más de 4 GW de potencia a instalar en estos dos años.
Este número puede parecer una exageración, pero la realidad es que los fondos del “Next Generation” en su primera fase (660 millones de euros) están prácticamente agotados y directamente se pueden duplicar. De hecho, solo en Castilla y León y en apenas un mes desde la publicación de la línea de ayudas, se han contabilizado más de 4.800 solicitudes con una potencia acumulada de más de 235 MW. Si esto lo extrapolamos al total nacional, teniendo en cuenta lo que de por sí se instalará fuera de las subvenciones, no es descartable que nos situemos en 2022 en 2,5 GW nuevos. En resumen, si se cumplen estos pronósticos, para alcanzar los objetivos a 2030, la potencia total a instalar entre 2024 y 2030 se reducirá a una banda de entre 2,4 y 7,6 GW. Dicho de otra forma, frente a un modelo sostenible de instalación anual de 1,3 GW que aseguraría empleo y tejido empresarial a largo plazo, nos podemos encontrar con contracciones en el medio y largo plazo.
Ahora bien, a corto plazo nos podemos encontrar también con problemas sustanciales. Si nos basamos en la instalación de 4 GW nuevos hasta 2023 y teniendo en cuenta que, aproximadamente, de esta potencia entre el 25 y el 30% se corresponde con instalaciones residenciales con una potencia media de 5 kW y el resto se puede situar en una horquilla media de 50 kW, nos podríamos encontrar con que, en estos 2 años, se van a ejecutar mas de 260.000 instalaciones de autoconsumo. La pregunta es ¿tenemos capacidad y tejido suficiente como para asumir esta cantidad? No solo hablo de instaladores, sino también de ingenieros, tramitadores, comerciales, etc.
Y lo que es más preocupante, ya obviando al propio sector, es la propia administración y el resto de agentes como puedan ser las distribuidoras o comercializadoras. ¿Cómo va a gestionar la administración local toda esta avalancha de expedientes? ¿y la administración autonómica si ya con la gestión de las subvenciones está colapsada y no es capaz de cumplir con sus propios plazos? Porque, no nos engañemos, si aun con las declaraciones responsables los expedientes se dilatan en el tiempo, en el momento en el que entre la avalancha de solicitudes la situación puede empeorar sustancialmente.
Escribo este artículo y me queda la sensación de pájaro de mal agüero. Debería estar encantado del momento dulce que vivimos tras años complicados, pero no deja de preocuparme la situación, y además creo que no soy el único. ¿Y la solución? Quizás, y entre otras, laminar en el tiempo las subvenciones para que su ejecución se haga de forma más sostenida dando seguridad a las empresas en el largo plazo.