Como todo en esta vida, depende del cristal con el que se miren las cosas. A algunos les gusta la playa, a otros la montaña, unos son más de cerveza, los hay que prefieren el vino y luego están los que no le hacen ascos a nada. Por esta misma regla de tres, supongo que habrá gente a la que la elección de Álvaro Nadal como flamante ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital le parecerá bien, habrá quien no se posicione y también habrá quien considere que esto es una mala o nefasta noticia.
A mí, como a la gran mayoría del sector renovable o, mejor dicho, a la práctica totalidad del sector renovable, la elección de quien fue hasta hace poco director de la Oficina Económica y mano derecha de Mariano Rajoy me parece, cuando menos, preocupante. Y no porque dude de sus capacidades técnicas (todo lo contrario, creo que los hermanos Nadal están sobradamente preparados y atesoran una gran capacidad analítica), sino por el peso de su apellido y por el peso de las acciones llevadas a cabo por ese apellido.
Al fin y al cabo, su hermano se ha erigido por méritos propios en la Némesis del sector renovable. Ejemplos sobran a lo largo de estos últimos cuatro años y no hace falta poner sobre la mesa ningún número para poner de manifiesto el trato que su departamento ha dispensado a las tecnologías verdes. Simplemente hay que echar un vistazo los “BOEs” publicados durante este periodo para ver la lluvia de litigios contra “su” reforma energética, o el desfile de concursos de acreedores protagonizados por las empresas del sector. Sin ir más lejos, en 2013, primer año tras la aprobación de la moratoria renovable, raro era el día en el que el Boletín no anunciaba el concurso de cuatro o cinco empresas del maltrecho sector.
Ahora bien, es cierto que este gris episodio lo protagonizó Alberto y no nuestro nuevo ministro, por lo que quizás habría que darle un voto de confianza y esperar que por fin alguien legisle con coherencia en pos del futuro y no a favor del pasado. O lo que es lo mismo, que asuma la realidad del cambio de paradigma energético, despliegue las velas del barco, deje que el viento nos lleve y el Sol nos oriente hacia un futuro de autosuficiencia energética.
Claro que en los distintos mentideros siempre se ha dicho que el verdadero ideólogo de toda la reforma energética que ha dejado al sector con respiración asistida y la bombona medio vacía ha sido Álvaro, y que tanto Alberto como el excandidato a director ejecutivo del Banco Mundial, José Manuel Soria, fueron simplemente su mano ejecutora. Por tanto, permítanme ser escéptico y que crea que, en vez de desplegar las velas, en su mandato volverá a tirar de motor diésel mientras mantiene el rumbo de estos últimos cuatro años. Ojalá me equivoque.