El Foro BP de Energía y Sostenibilidad, celebrado en Madrid los días 25 y 26 de septiembre, reunió a más de 30 expertos de distintas nacionalidades para analizar los principales retos existentes para lograr la movilidad sostenible. En el encuentro, los expertos expusieron las posibles soluciones tecnológicas o regulatorias, y formularon propuestas para una correcta transición hacia un sistema de movilidad más sostenible en términos económicos, ambientales y sociales.
Hoy, Pérez-Arriaga y Enrique González han presentado un resumen de los temas más destacados tratados, señalando que los principales retos a los que se enfrenta el sector del transporte son la descarbonización y la calidad del aire.
Sobre la descarbonización, han señalado que es clave para lograr los objetivos climáticos de largo plazo. Y la contaminación atmosférica en las ciudades se ha convertido en los últimos años en un problema acuciante, que se presenta especialmente en grandes urbes en países en desarrollo y también en ciudades importantes europeas, que exceden los límites tolerables de calidad del aire, a causa fundamentalmente del tráfico y de la alta cuota del diésel y en España, especialmente, por el envejecimiento de su parque automovilístico
Múltiples soluciones
Respecto a las posibles soluciones, los expertos han recordado que tienen que ser ambiciosas, y que no solo deben ser tecnológicas, tanto en los vehículos como en los combustibles. De hecho, las mejoras tecnológicas, o los nuevos modelos de transporte (como los vehículos autónomos, por ejemplo), podrían incluso hacer aumentar la movilidad, lo que contrarerestarían dichas mejoras.
Por ello, los expertos consideran imprescindible incorporar también la gestión de la demanda de movilidad, con soluciones regulatorias o urbanísticas. La ruta hacia una movilidad más sostenible no debe verse como una confrontación entre tecnologías, sino que debe enfocarse como una cuestión que integre una multiplicidad de soluciones posibles, con aspectos técnicos, económicos, sociales y políticos.
En el ámbito tecnológico, la electrificación del transporte se identifica claramente como la solución a largo plazo, al menos para el transporte por carretera. La cuestión es cuál es el calendario más adecuado para llegar hasta allí; el papel que pueden jugar otras tecnologías, como los motores de combustión bajos en emisiones, o el gas natural, o los biocombustibles; y la forma en que se deben ir renovando las flotas de vehículos antiguos y muy contaminantes.
En este sentido, creen que aunque es adecuado estimular eficientemente las tecnologías menos contaminantes con ayudas de diverso tipo, éstas se deben eliminar gradualmente con el tiempo hasta llegar a crear un campo de juego nivelado. Los expertos debatieron en profundidad la racionalidad económica de los diversos impuestos, concluyendo que es necesaria una revisión de la fiscalidad para atribuir adecuadamente los costes en los que incurre cada modo de transporte y poder aprovechar las ganancias de eficiencia que una fiscalidad correcta debiera conseguir.
Transporte de mercancías
El transporte de mercancías presenta desafíos adicionales. España cuenta con cuotas muy reducidas de transporte por ferrocarril o por barco –tanto en términos absolutos como en relación a la mayoría de países equiparables de nuestro entorno–, que sería deseable aumentar, al ser opciones más limpias y eficientes que el transporte por carretera.
Para incrementar la cuota de transporte ferroviario de mercancías, se demanda liderazgo y determinación política, para evitar que esta opción se reduzca a niveles insignificantes. El desarrollo de la infraestructura ferroviaria, así como su operación, deben orientarse al consumidor e integrarse en la cadena logística completa, para dar al transporte ferroviario de mercancías la posibilidad de ser competitivo con la carretera. Se trata de actuaciones claras y específicas, de acuerdo con los expertos, que requieren una visión de conjunto y determinación política, pero sin las cuales la viabilidad del transporte ferroviario no sería posible.
El transporte marítimo es comparativamente más limpio en términos de emisiones de CO2 y partículas, pero no tanto respecto a NOx y sobre todo a SO2. Por otro lado, es el medio de transporte preferido en muchos países en desarrollo por sus bajos costes. Esto requiere un planteamiento integral, que evite tratar de abordar los problemas individualmente, sin atender al conjunto. Al tratarse de un sector altamente internacionalizado, se añade la complejidad de requerir políticas y regulaciones globales y coordinadas.
Señales a largo plazo
En cualquier caso, los expertos son conscientes de que ninguna medida puede responder por sí misma a todos los retos existentes. Por ejemplo, la inclusión del transporte en el sistema europeo de comercio de emisiones de CO2 (ETS) puede proporcionar una señal económica, pero ésta no será suficiente. Hace falta contar con una batería de medidas complementarias para realmente lograr redirigir la movilidad hacia una senda más sostenible, teniendo asimismo en cuenta las preferencias de los consumidores.
Además, y dado que serán necesarias inversiones de gran entidad, para renovación de flotas o para adaptación de infraestructuras, es necesario también contar con señales de largo plazo y estabilidad regulatoria que permitan a los agentes adaptarse y movilizar los recursos necesarios. Se debe actuar con urgencia en este sentido, pues tanto el cambio climático como la salud pública así lo exigen.
Los expertos recomiendan también tener en cuenta los aspectos institucionales. El gobierno nacional debe jugar un papel central en la estrategia de descarbonización del transporte, mediante un enfoque integrado en el que se combinen políticas de transporte, industriales, energéticas y ambientales. Por otro lado, las ciudades tienen una importante responsabilidad en términos de diseño urbanístico y de calidad del aire. A estos efectos, los expertos recomiendan la creación de un foro en el que estén representados todos los agentes y niveles institucionales, de forma que se puedan discutir estas cuestiones y coordinar las posibles actuaciones.
También se recuerda la necesidad de que España, y Europa, no solo miren dentro de sus fronteras, sino que también asuman su papel como exportadores de tecnología o de conocimiento regulatorio, para lograr que el cambio hacia una movilidad sostenible tenga lugar a escala global.