El mercado de los vehículos eléctricos (VE) se ha acelerado en todo el mundo en los últimos años. Cada vez son más los países, como España, que planean abandonar los coches convencionales de gasolina y diésel. El plan de incentivos Moves III es una muestra de lo que se está haciendo para mitigar el impacto del transporte en el medio ambiente.
Existen múltiples factores que motivan la adopción de la energía solar o la transición al vehículo eléctrico, como la reducción de los costes energéticos, la independencia energética y la reducción de la huella de carbono, tanto a nivel individual como nacional. Al cargar los vehículos eléctricos con energía solar, los consumidores y los países tienen una mayor capacidad para alcanzar plenamente estos objetivos. Esto se debe a que la sola transición a un VE no protege especialmente el medio ambiente, ya que es probable que se sigan quemando combustibles fósiles para cargar el coche.
Sin embargo, cuando el VE se combina con la energía fotovoltaica, la huella de carbono puede reducirse de forma más significativa. Cuando los coches se pueden cargar con energía solar, se ayuda a reducir la presión de la red y se puede acelerar el tiempo de carga. Con tecnologías innovadoras, como la modalidad “solar boost”, se puede tardar menos en cargar un vehículo eléctrico. En los mercados fotovoltaicos en los que el objetivo es aumentar el autoconsumo, cargar un VE con energía solar es otra forma de ayudar a conseguir la independencia energética. El vehículo eléctrico se convierte en otra herramienta que apoya la respuesta a la demanda para que los consumidores puedan adaptar su consumo de energía.
Esto puede ayudar a los propietarios a prepararse para el futuro. Así, incluso, si un propietario no tiene actualmente un VE, se puede instalar un sistema fotovoltaico preparado para cuando lo tenga. De este modo, el propietario podrá actualizar fácilmente su sistema fotovoltaico para suministrar energía a un vehículo eléctrico cuando lo necesite.
El potencial de combinar el VE y la energía fotovoltaica no se detiene ahí. Una vez integradas las dos tecnologías, se pueden ofrecer muchas características y funciones interesantes. Por ejemplo, dado que tanto las baterías fotovoltaicas como las de los vehículos eléctricos funcionan con corriente continua, esto podría cambiar el panorama de la recarga de los VE.
Otro ejemplo es que las baterías de los VE pueden tener una segunda vida como almacenamiento de energía para el hogar. Esto podría apoyarse en baterías modulares que puedan extraerse y sustituirse para la carga u ofrecer energía para el hogar durante las horas punta o los apagones. Otra función interesante que pueden ofrecer las baterías de los VE cuando se integran con los inversores fotovoltaicos son los servicios V2G (vehicle to grid – del vehículo a la red), lo que significa que la batería del VE podría inyectar energía en la red o regular su nivel de carga como parte de un servicio de respuesta a la demanda. Esto es especialmente útil, ya que los inversores inteligentes y los sistemas de energía distribuida están empezando a sustituir a la red centralizada. Lo que podría contribuir a cambiar las horas punta estándar. Y esto es sólo el principio.
A medida que las industrias sigan integrándose, se espera que su crecimiento e impacto aumenten. Por ejemplo, esto podría ayudar a que los vehículos comerciales se pasen más rápidamente a la electricidad o estimular el desarrollo de redes nacionales de estaciones de carga de corriente continua. Mientras que, en una primera etapa, la combinación de VE y fotovoltaica puede ofrecer a los propietarios de viviendas una mayor independencia energética, estos avances a nivel nacional podrían ayudar a los países a aumentar su independencia y seguridad energéticas.