Las jornadas Vehículo Eléctrico Madrid han mostrado que la movilidad eléctrica no es una quimera. Ya circulan casi 11.000 vehículos totalmente eléctricos por las carreteras españolas. Pero aún son pocos, sobre todo si se compara con lo que sucede en países del norte de Europa como Noruega donde solo en 2014 se vendieron 18.600 unidades.
Los puntos de recarga aumentan intentando desterrar del ideario colectivo la frase “me voy a quedar tirado”, y la variedad de modelos pugna por cambiar la percepción de que el coche eléctrico es más caro que el de combustión. “¿Más caro respecto a qué?”, se pregunta Arturo Pérez de Lucia, director gerente de AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico) recordando que al comparar hay que tener en cuenta modelos, gamas y prestaciones. Desde 9.000 y hasta más de 100.000 euros es posible comprar un vehículo eléctrico. El gobierno ha aprobado subvenciones directas a la compra en 2015 hasta 7 millones de euros. 1.950 euros para el cuatrociclo, 5.500 para un turismo, 8.000 para los vehículos comerciales y 20.000 en el caso de los autobuses.
La movilidad eléctrica es una opción imprescindible para paliar las emisiones de efecto invernadero, que en muchos lugares se han convertido, también, en un problema de salud pública. Existen ciudades en las que el transporte es el responsable del 80% de las emisiones contaminantes, y de ellas el 83% es atribuible a los coches. Los parámetros medios de la Unión Europea señalan el transporte como el responsable del 25% de las emisiones de dióxido de carbono, 87% de monóxido de carbono y 66% de óxido de nitrógeno.
En este mar de humos, la movilidad eléctrica se postula como una solución para no morir ahogados.