El próximo 7 de marzo entrará en vigor la limitación de la velocidad máxima en autopistas y autovías a 110 km/h, 10 menos que en la actualidad. La medida, aprobada por el Gobierno en el Consejo de Ministros del viernes, será transitoria y pretende aminorar el impacto que la subida del petróleo puede tener sobre la economía española.
“Lo hacemos para ahorrar petróleo, un 15% en gasolina y 11% en gasóleo. Estamos hablando de una medida que pretende reducir el consumo de carburantes”, dijo el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba. Los cálculos que ha hecho el Ejecutivo estiman que la reducción de velocidad podría suponer un ahorro de un 5,4% en las importaciones de petróleo, es decir, unos 1.400 millones de euros en un año, siempre y cuando el crudo se mantenga en los precios actuales.
El paquete incluye dos iniciativas más: la rebaja hasta en un 5% el precio de los billetes de RENFE, tanto en trenes de cercanías como en media distancia; y el aumento hasta el 7% del porcentaje de biocarburantes en las gasolinas y gasóleos que hasta ahora era del 5,8%. Una decisión que podría aliviar la agónica situación que viven los productores de biodiésel en nuestro país.
Corbatas, bombillas y velocidad
Las reacciones de los grupos políticos llegaron nada más conocerse la noticia. El viernes, el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, calificó la medida de “soviética” e hizo esta comparación: “es lo que se les ha ocurrido, podrían habernos obligado a apagar la luz a las diez de la noche o a vivir dos familias por casa”.
El ministro de Fomento, José Blanco, respondió llamando “frikis y anarcoides” a los dirigentes populares y dijo de ellos que son unos “irresponsables porque irresponsable es en este momento no apoyar provisionalmente una medida que tiene como objetivo ahorrar energía, abaratar los costes para el consumidor, y que, en definitiva, es imprescindible para España”.
La secretaria general del PP, María Dolores Cospedal, entró en más detalles que ilustran sus convicciones sobre el ahorro y la política energética. En respuesta a Blanco dijo: “ser un 'friki' es llevar dos años y medio hablando de la reforma de modelo energético y que lo que se le plantea a los españoles sea las bombillas, las corbatas y ahora reducir la velocidad a 110 kilómetros por hora. Eso es ser un 'friki'”.
Cospedal se refería a algunas campañas de sustitución de bombillas por otras de bajo consumo que se han llevado a cabo en los últimos años, y a una anécdota que se vivió en el verano de 2008, cuando el presidente del Congreso, José Bono, reprochó amablemente al ministro de Industria, Miguel Sebastián, que no acudiese al hemiciclo con corbata. Llegó incluso a regalarle una, pero el ministro prefirió no ponérsela y aprovechó para recordar que su departamento había permitido quitarse la corbata a los empleados, salvo en actos oficiales. El hecho es que, con escasa inversión publicitaria, todos los medios hablaron de la corbata del ministro y de su campaña para concienciar sobre el uso responsable del aire acondicionado en verano.
Por su parte, el coordinador general de IU, Cayo Lara, considera “absurda” la medida acordada por el Consejo de Ministros y cree que “no tiene nada que ver con el freno a la crisis energética”. Según Lara, el Ejecutivo “demuestra que va a cepa perdida, que improvisa permanentemente y que es un absurdo más de los que ha planteado en los últimos meses en el país”. Cree que reducir la velocidad máxima “no va a posibilitar que se reduzca el consumo de combustible y, en todo caso, sería una medida coercitiva para que paguen más multas los ciudadanos. Si el Gobierno no quiere que se circule a más de 120, que ponga tope a los coches o realice propuestas diferentes”.
