Una investigación realizada por la consultora McKinsey&Company, prevé que los vehículos sin conductor de uso privado habrán superado sus problemas de adaptación hacia el año 2030. Y que veinte años después, en 2050, serán el principal medio de transporte. Para entonces, la mayoría de conductores habrá decidido vender sus coches manuales para introducirse en el mundo, que hoy nos parece futurista, de la conducción sin manos.
Madrid, y otras grandes ciudades del planeta, viven estos días sumidas en niveles de contaminación preocupantes. Tanto que los responsables políticos han comenzado a tomar medidas para evitar que sus ciudadanos paguen las consecuencias de respirar día tras día ese aire nada saludable.
Recientemente, el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (Berkeley Lab, Estados Unidos) hacía público el resultado de una investigación que asegura que la presencia de un servicio de taxis automatizados en las ciudades supondría una reducción más que notable de emisiones de gases de efecto invernadero.
Durante este análisis, se comparaba la emisión de estos taxis sin conductor y de motor eléctrico con la utilización de vehículos de conducción manual, privados y con motor térmico (diésel o gasolina). Los resultados, publicados en Nature Climate Change, demostraban que la emisión de gases de efecto invernadero se reducirían en un 90%.
Casi la mitad de este ahorro se atribuye al nuevo diseño de los taxis, que cuentan con unas dimensiones mucho más reducidas adaptadas a las necesidades de ocupación de cada viaje. El diseño de los taxis, en sus diferentes modelos, se ajustaría al número de pasajeros.
La conducción automatizada es ya una realidad en Europa. En Grecia, los 80.000 habitantes de la pequeña ciudad de Tríkala, cuentan desde hace más de un mes con un autobús ecológico y sin conductor que cubre 2,4 kilómetros de ruta. Este autobús, desarrollado por CityMobil2, ha sido probado previamente en circuitos cerrados, y en Tríkala es la primera vez que comparte carretera con otros conductores y peatones.
