Greenpeace también está en conversaciones con otras ciudades, como Palma de Mallorca y Cádiz, y confía en que el resto de municipios de más de 50.000 habitantes se vayan sumando en las próximas semanas a la iniciativa, la primera de estas características en España.
De cumplirse el compromiso, que persigue reducir un 50% las emisiones para 2030 respecto a los niveles de 2012, supondrá un cambio radical en la forma de desplazarse en las ciudades. Para lograrlo, los Ayuntamientos firmantes se han comprometido a poner en marcha medidas encaminadas a que el vehículo privado deje de ser el “dueño” de las calles, reorientando sus políticas de movilidad y los planes de urbanismo.
La iniciativa tiene por objetivo marcar el camino a seguir de aquí a 2030, en consonancia con los esfuerzos que se derivan del Acuerdo de París, y servir de referencia para los Planes de Movilidad, las Estrategias Climáticas, Planes de Calidad del Aire y todos los planes o estrategias que actúen sobre el transporte urbano y metropolitano.
“Todo lo contrario a lo que ocurre en la actualidad –señala Greenpeace– donde los objetivos climáticos exigidos al transporte en las ciudades y áreas metropolitanas o no existen o son insuficientes. Además divergen totalmente (en porcentaje de reducción y fecha de cumplimiento) entre los distintos municipios y comunidades autónomas”.
Un objetivo totalmente viable
Greenpeace asegura que este objetivo de reducción es totalmente viable y alcanzable en un plazo de 14 años, tal y como demuestra el estudio “El transporte en las ciudades: un motor sin freno del cambio climático”, publicado por la organización ecologista hace tres meses.
“Lograrlo tan solo requeriría orientar y dirigir las políticas de movilidad y urbanismo para que reduzcan, al menos, en un tercio los desplazamientos que actualmente se realizan en coche, aumenten entre un 15 y un 30% la ocupación de todos los medios de transporte motorizados, y se mejore la eficiencia de los vehículos, en parte por una mayor electrificación”.
De acuerdo con la organización, esta meta es relativamente sencilla de alcanzar si existe voluntad política. “Además, no solo reduciríamos las emisiones que amenazan con alterar caóticamente el clima de nuestro planeta (la movilidad urbana genera el 10% de las emisiones totales en España), sino que aumentaríamos significativamente la calidad de vida en nuestras ciudades al disminuir las 33.000 personas que cada año fallecen prematuramente en España como consecuencia de la contaminación” ha recordado Mariano González, responsable de la Campaña de Transporte de Greenpeace.
La ONG añade que esta nueva forma de moverse por las ciudades podría reducir, también, y de manera significativa, los accidentes (en 2014 más de 73.000 personas sufrieron un accidente de tráfico en vía urbana) y los impactos causados por el ruido del tráfico. “En definitiva, hacer de nuestras ciudades lugares mucho más habitables y saludables a la vez que reducimos sus impactos ambientales”, ha concluido González.