El acuerdo se alcanzó en la asamblea de la OACI celebrada en Montreal (Canadá) y aunque no va a impedir que las emisiones de la aviación sigan de momento avanzando, supone al menos un primer paso para su control. En París se intentó limitarlas, pero las presiones de China, EEUU y otros países impidieron que el Tratado del Clima incluyera referencias explícitas a este sector.
El acuerdo ahora alcanzado establece que en el año 2020 se establecerá el techo de emisiones permitido a las compañías aéreas en sus vuelos internacionales y, una vez entre definitivamente en vigor, en 2027, deberán respetarlo o, si lo superan, comprar créditos de carbono (conocidos como GMBM) procedentes de proyectos de otros sectores que reduzcan las emisiones de CO2. Los vuelos domésticos quedan fuera del acuerdo. Tampoco estarán obligados a cumplirlo los pequeños Estados con apenas tráfico aéreo internacional ni los países más pobres.
Entre 2021 y 2027 se desarrollará la etapa de adaptación al acuerdo. 65 países, entre los que se encuentran Estados Unidos, China, la Unión Europea, Australia y Japón, y que representan más del 80% de las emisiones mundiales de la aviación, ya han dado su visto bueno a participar en esta fase experimental. Los expertos señalan que esta fase será clave: si el precio de los GMBM es adecuado, las compañías aéreas estarán más motivadas para invertir en mejoras tecnológicas y en combustibles alternativos que rebajen las emisiones.
En un informe publicado el pasado mes de febrero, la Agencia Europea del Medio Ambiente advertía que la incorporación de combustibles sostenibles en el sector de la aviación es muy lenta, pese a la urgencia de reducir las emisiones de este sector, responsable de alrededor del 3% de la liberación a la atmósfera de C02. Además, de no tomarse medidas, podrían crecer hasta un 300% para mediados de siglo, según indicaron los representantes de la Unión Europea en la asamblea de la OACI en Montreal.