Otra de las conclusiones del estudio es que el impacto de cambio climático asociado al crecimiento del uso de los vehículo eléctricos vaya a ser "ínfimo si además se tienen en cuenta los beneficios medioambientales de descarbonizar el sector transporte", señalan los participantes en el proyecto, cuya principal novedad ha consistido en hibridar las metodologías de modelización energética (Energy Systems Modelling, ESM) y de Análisis del Ciclo de Vida (Life Cycle Assessment, LCA).
Con ello se ha buscado evaluar, desde un punto de vista prospectivo, que va de 2020 a 2050, el mix nacional de tecnologías de producción de distintos combustibles alternativos para el transporte por carretera, con el foco puesto, sobre todo, en el papel que van a desempeñar la electricidad y el hidrógeno en la automación. Para ambos casos, se analizaron tres escenarios de penetración de vehículos eléctricos de batería puros e híbridos, así como de vehículos de pila de combustible.
Entre los principales resultados del estudio, se concluyó que el extra de electricidad demandado por la penetración de vehículos eléctricos (de batería puros e híbridos) es asumible por el sistema eléctrico. Asimismo, este extra de electricidad se espera que sea cubierto principalmente por fuentes renovables.
En cuanto a la producción de hidrógeno para cubrir las necesidades de los vehículos de pila de combustible, se concluyó que para que pueda ser considerado un combustible alternativo limpio, hacen falta "restricciones ambientales para evitar la dependencia en el largo plazo de tecnologías más maduras y económicamente competitivas pero basadas en combustibles fósiles, como puede ser el reformado de gas natural".
"Con restricciones ambientales, tecnologías como la electrólisis podrían desempeñar el papel principal como método de producción de hidrógeno en el medio y largo plazo", indican los investigadores del proyecto. "El impacto de cambio climático asociado al escenario con restricciones ambientales, se puede considerar bajo, mientras que las emisiones potencialmente evitadas serían muy altas", añaden.
El proyecto PICASO no analizó aspectos como la falta de infraestructura para una economía del hidrógeno o los esquemas demanda-respuesta en el caso de la electricidad, ya que estaban fuera de los límites del estudio. En cuanto a los biocombustibles, la conclusión es que "los de segunda generación jugarán un papel relevante en el medio y largo plazo".
El proyecto, de dos años de duración, ha sido desarrollado por investigadores de Imdea Energía y ha contado con financiación del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad. Se espera que los avances conseguidos en el marco del proyecto facilitan los procesos de toma de decisión por parte de responsables políticos y empresariales, orientándolos al objetivo global de la sostenibilidad.