La iniciativa se basa en tres claves: que haya una única tarjeta para todos los medios de transporte público, que esté integrado todo el territorio y que tenga un precio asequible a toda la ciudadanía. Para la ONG, la creación de este abono es clave para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y luchar contra el cambio climático generado por la movilidad contaminante. Su financiación se llevaría a cabo a través de la eliminación gradual de las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente y un sistema tributario justo basado en las emisiones de CO2.
Los portavoces de Greenpeace han señalado que esta opción puede llevar a quien la porte a cualquier punto del territorio, en cualquier medio de transporte público, a un precio asequible para todo el mundo y evitando emisiones contaminantes innecesarias. Consistiría en una sola tarjeta con tarifa plana para el transporte, que permitiría usar todos los servicios disponibles, como el autobús, tren, tranvía y cualquier otro medio de transporte público. Por tanto, facilitaría aún más el cambio de medios de transporte contaminantes como el coche o el avión por otros más respetuosos con el medio ambiente.
Así, por ejemplo, la misma tarjeta que se emplea en Madrid podría utilizarse también para viajar a Sevilla y una vez allí por su área metropolitana. Este sistema permitiría articular y facilitar la cooperación entre las administraciones públicas titulares de los servicios y de las infraestructuras del transporte público, de tal manera que las personas perciban la red de transporte público como un único sistema integrado, desde el punto de vista de las correspondencias, de la coordinación del servicio y del sistema tarifario.
El contexto de transporte
En el marco del comienzo de la campaña de las elecciones locales y autonómicas, la organización ha pedido a todos los partidos que se presentan que tengan en cuenta la movilidad de la ciudadanía como uno de los ejes fundamentales de sus campañas y recojan el guante de llevar a cabo esta iniciativa. Consideran que es necesario que se alineen las estrategias y se vaya a un objetivo común, sobre todo el ofrecer a la ciudadanía un servicio de movilidad integrado más allá de quien lo opere y de cuál sea el modo.
Para que este tipo de sistemas funcionen precisan la implicación y colaboración de todas las administraciones, autonómicas y municipales y de la administración central, por lo que Greenpeace extenderá su petición a los partidos que este mismo año concurran a las elecciones generales.
Los abonos únicos de transporte o billetes climáticos ya son una realidad en otros países europeos como Alemania, Austria o recientemente Hungría. Junto con buenos servicios de transporte público y una densa red ferroviaria, están consiguiendo ser un éxito y tienen el objetivo de no dejar a nadie atrás, contribuir a la igualdad de oportunidades y a la reducción de emisiones en el contexto de crisis energética y climática, según la ONG. Los precios del transporte La movilidad forma parte de nuestra vida cotidiana, es necesaria para satisfacer nuestras necesidades básicas y participar en la sociedad.
El aumento del precio del combustible ha vuelto el transporte cada vez más inasequible. En el verano de 2022 y en el contexto de la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania, el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) estableció diferentes medidas para abaratar el precio del transporte, paliar los efectos de la inflación y contribuir a la independencia energética de España.
Cristina Arjona, coordinadora de la campaña de movilidad de Greenpeace: “ya partimos de la reducción de tarifas del transporte público que se han realizado en este último año. Sabemos que los descuentos en el transporte público están funcionando, es el momento de pedir que se consoliden y que se conviertan en una medida permanente”
“Además, no solo nos debemos quedar ahí, sino demandar un abono único de transporte, de carácter mensual, trimestral o anual, que permita usar cualquier medio por todo el territorio”, ha añadido. La propuesta de Greenpeace es que T-lleva se podría financiar a corto plazo con los impuestos sobre los beneficios extraordinarios de las empresas de combustibles fósiles. Sin embargo, a largo plazo, la eliminación gradual de las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente y un sistema tributario justo basado en las emisiones de CO2 serían las mejores formas de asegurar recursos. También la introducción rápida y efectiva de un impuesto sobre el queroseno, impuestos sobre emisiones de lujo como jets privados, yates y automóviles de lujo y la introducción del IVA en los billetes de vuelos internacionales.
Por otra parte, proponen un impuesto general al CO2, sobre todas las emisiones de CO2 fósil, puede contribuir a financiar el transporte público. “No debemos olvidar que medidas como la reducción de 20 céntimos en el precio final de los hidrocarburos costaron casi 5.000 millones de euros , y gracias a esta medida se benefició a las rentas más altas y a las empresas petroleras. Sin olvidar que subvencionar combustibles fósiles va en sentido contrario a cualquier política que pretenda luchar contra el cambio climático”, ha apuntado Arjona.
Desde Greenpeace apuntan que el abono único de transporte no es la única solución contra las emisiones en un contexto de emergencia climática como el actual, pero sí una solución muy efectiva de aplicar por parte de las administraciones. Confían en que la simplicidad de la oferta fomentará el uso del transporte público y ayudará a avanzar en la buena dirección de la justicia social y medioambiental. El objetivo es conseguir un cambio modal del vehículo privado al transporte público para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones y este es uno de los caminos para conseguirlo.