La Asamblea suiza informa de que este nuevo impuesto fija una tasa para contrarrestar el CO2 emitido de entre 30 y 120 francos suizos por billete, dependiendo de la distancia y la clase de viaje (el cambio actual es 1 EUR = 1,07 CHF). La Asamblea indica que "casi la mitad" del dinero recaudado irá a un fondo climático para iniciativas de reducción de emisiones, pero todavía tiene que determinar cómo se utilizará, ya que los detalles del plan son "controvertidos".
Según informa la prensa suiza, la compañía aérea regional Helvetic Airways ya se ha pronunciado sobre la medida, indicando que en principio "no se opone" a este impuesto ambiental, pero sostiene que debería aplicarse a nivel europeo o mundial. "Se trata de una clara distorsión de la competencia, ya que el impuesto no afectará a las compañías aéreas extranjeras con pocas salidas desde Suiza", argumenta la aerolínea, con sede en Zúrich. Se queja, además, de que la nueva tasa "llega en el peor momento posible", en relación a la crisis del coronavirus.
Sin embargo, Helvetic Airways no cree que el nuevo impuesto disuada a los clientes de volar: "un impuesto sobre los billetes de avión entre 30 y 120 francos suizos es demasiado bajo para disuadir a la población suiza de volar, incluso en distancias cortas".
La filial suiza de Lufthansa es más negativa en su valoración ya que cree que resultará doblemente penalizada. Afirma que los vuelos directos de larga distancia se verán perjudicados porque para un pasajero será más interesante volar una distancia corta al extranjero y allí coger otro avión, y así pagar una tasa más baja. "Sólo si los pasajeros fueran directamente responsables del pago del gravamen, y no las aerolíneas, podían mitigarse las distorsiones del mercado", argumentan desde Lufthansa.