Bolivia tiene ya en el salar de Uyuni (Potosí) alrededor del 21% del litio metálico del mundo. Sin embargo, el país aún no ha logrado dar el salto que pretende y convertirse en el mayor proveedor del mineral. Las razones son diversas –disputas regionales, carencias científicas y financieras, exceso de politización–, pero ahora busca poner fin a esta situación con una nueva estrategia, que incluye la participación de cuatro empresas chinas, una rusa y una estadounidense, seleccionadas para usar la tecnología de la Extracción Directa del Litio (EDL) en el salar de Uyuni y en los más pequeños de Coipasa y Pastos Grandes.
Estos dos últimos proyectos permitirán a Bolivia superar los 21 millones de toneladas métricas de recurso actuales del salar de Uyuni, que con una superficie de 10.500 km2 (casi el tamaño de Qatar) es el mayor del mundo. Sin embargo, pese a su gran tamaño, la producción actual de carbonato de litio en Uyuni está muy por debajo de sus posibilidades y, según estimaciones, solo rondará las 750 toneladas este año.
El gobierno espera que el uso de la tecnología EDL en este salar y en los nuevos de Coipasa y Pastos Grandes, en vez del de piscinas de evaporación solar (el método empleado hasta ahora), revierta la situación. En un comunicado, el Ministerio de Hidrocarburos dice que la exploración que realiza en los nuevos salares no es para saber si hay litio o no, porque éste está asegurado. “La exploración, que se realiza a través de la perforación de pozos que tienen entre 30 y 50 metros de profundidad, nos permite identificar y cuantificar las áreas donde hay mayor concentración del mineral”, explica. Y añade que esperan tener resultados definitivos para finales de año.
En declaraciones a France 24, el analista Gonzalo Mondaca, del Centro de Documentación e Investigación de Bolivia, dice, sin embargo, que el cambio de tecnología llega con retraso debido a que el Gobierno de Evo Morales (2006-2019) ignoró desde 2014 las advertencias sobre el fracaso de las piscinas de evaporación que se estaba aplicando en el salar de Uyuni.
Mondaca advierte, además, de que las experiencias en el uso de la tecnología EDL en Argentina han demostrado que un proyecto puede tardar de cuatro a siete años en alcanzar un nivel industrial. Cree, asimismo, que los precios altos del metal durarán una década, momento a partir del cual bajarán gracias al uso de litio reciclado.
Otro aspecto importante a resolver es el impacto de la explotación del lito en las comunidades locales indígenas, a las que preocupa la posible reducción de agua dulce o su contaminación con sal con la nueva tecnología de EDL y cómo les repercutirá económicamente la extracción del mineral. En la zona del salar de Uyuni, más de la mitad de los habitantes vive en la pobreza y sus ingresos provienen del turismo y la venta de elaboración de artesanías de sal.
Bolivia comenzó la explotación del litio en 2008 y forma parte del denominado “Triángulo del Litio”, junto a Argentina (19 millones de toneladas) y Chile (9 millones de toneladas). Conjuntamente, concentran las mayores reservas del mundo.