Desde que empecé a trabajar en este sector de las energías renovables, hace ya 20 años, siempre me pareció que describía a la perfección a la tecnología fotovoltaica el adjetivo de disruptiva (“que produce una ruptura en el desarrollo de la actividad de un sector para propiciar una renovación radical”). A principios de este mes de septiembre, varios titulares -El verano en el que España ha funcionado gracias a la energía solar; La generación con energía fotovoltaica supera ya en septiembre toda la producción de 2022- me hicieron especial ilusión, porque recogen esa “disruptividad” que siempre vislumbré, la de una tecnología capaz de reducir sus costes hasta un 90% en menos de una década, de generar electricidad sin contaminación, de hacerlo en cualquier parte del mundo. Sin duda, la fotovoltaica es la gran responsable del cambio de paradigma de nuestro sistema energético. Para la fortuna de nuestro planeta, la fotovoltaica es ya, y será, una fiesta casi diaria.
Esta fiesta casi diaria se ensombrece sin embargo cuando analizamos varios efectos que se producen en nuestro sistema eléctrico y en el mercado mayorista de la electricidad. Actualmente tenemos un total de 22.456 MW de fotovoltaica acumulados, y que han generado, en lo que llevamos de año, el récord de 27.968 GWh. Y lo que está ocurriendo es que esa generación, concentrada en ciertas horas solares, está alcanzando tal volumen que, en muchas ocasiones, se produce un efecto pernicioso en el mercado mayorista, marcando precios en el entorno de los cero euros.
Otro efecto que estamos viviendo es un desacoplamiento entre generación y demanda. Este desajuste provoca el denominado “curtailment”, que describe la situación en la que hay un exceso de electricidad de origen fotovoltaico y/o eólico, que está provocando que esté activándose cada vez más el mecanismo de reserva a bajar.
El fenómeno del curtailment está generando una gran incertidumbre entre los productores e inversores de energías renovables, pudiendo afectar directamente a los contratos de compra-venta de energía, amenazando la rentabilidad de las instalaciones, tanto por la caída de los precios como por la parada de producción, y poniendo en jaque el ritmo de las inversiones en nuevos desarrollos.
Pues bien, en ese escenario, fotovoltaica y sistemas de almacenamiento conforman la solución, el binomio perfecto, para dar flexibilidad al sistema, aliviando los problemas de intermitencia de las renovables, y mejorando la gestión de la red eléctrica.
Países como Alemania y Reino Unido tienen ya muy claro que sin almacenamiento la transición energética no es posible, y que para el desarrollo y la instalación de baterías es necesario un marco legislativo adecuado.
En España la realidad es otra. Aquí las instalaciones con sistemas de almacenamiento son escasas, ya que apenas reciben señales de ingresos por los servicios que pueden prestar y hay una falta de regulación que impide su implantación real.
Actualmente la participación del almacenamiento en los mercados de energía y de los servicios de ajuste solo se aplica al almacenamiento hidroeléctrico por bombeo y a las centrales termosolares.
El diseño de los mercados incide directamente en la rentabilidad de las instalaciones de almacenamiento. Por eso es fundamental que el regulador mande las señales al mercado, para que se incentive la implantación de sistemas almacenamiento y provisión de servicios.
El mercado de capacidad también debe proporcionar una señal clara para la inversión. Sin olvidarnos del arbitraje, que actuaría como complemento para optimizar la gestión del estado de carga de la batería. Necesitamos en fin un diseño de los mercados y señales de precio apropiados para incentivar el almacenamiento, cuáles van a ser los mecanismos de participación en los mercados, cálculo de peajes, cargos, posibles nuevos modelos comerciales, nuevos agentes como agregadores independientes, etc.
La energía solar y el almacenamiento seguirán evolucionando e innovando a corto y medio plazo, y este binomio será, en breve, una solución normalizada y natural de nuestro sistema eléctrico.