A principios de verano leíamos que la autoridades japonesas habían decidido pedir a ejecutivos y políticos prescindir de chaquetas y corbatas en los edificios públicos, para reducir así el gasto de aire acondicionado y ayudar en la lucha contra el cambio climático. Ahora que se acerca el invierno, el consejo es utilizar ropa interior térmica, chalecos y jerseys de cuello alto para combatir el frío sin necesidad de subir el termostato de la calefacción por encima de los 20ºC. ¿Excesivas las medidas? Quizá haya quien así lo crea; sin embargo, el gobierno de Tokio las considera tan importantes que las ha incluido como parte de su esfuerzo de lograr en 2012 rebajar un 6% las emisiones de gases invernadero respecto los niveles de los años 90.
Veamos qué se hace mientras tanto en España. Nuestro país acoge al 0,6% de la población mundial y consume algo más del 1,2% de la energía que se utiliza en todo el mundo; es decir, la demanda de energía en España es el doble de la media mundial. Sin embargo, no por ello producimos mejor que nuestros vecinos europeos. Según el estudio "Empleo y promoción de Energías Renovables" , elaborado por el sindicato UGT y al que dedicamos un reportaje en este número, la intensidad energética de la economía española (la cantidad de energía que se consume para producir una unidad de producto interior bruto) es de 230 gramos de tep por cada euro, bastante más que la mayoría de los países europeos. Y ello en un país en el que el 80% de la energía final procede de fuentes fósiles y en el que el peso de las renovables no llega al 7%.
¿Podemos seguir produciendo de forma tan derrochadora? Está claro que no. Y no sólo por cumplir con nuestros compromisos internacionales (seguimos emitiendo CO2 muy por encima de nuestros objetivos respecto al Protocolo de Kioto ), sino por la propia competitividad de la economía española. Así lo cree el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), impulsor y artífice de numerosas medidas para frenar el derroche energético. La más reciente, el nuevo Plan de Energías Renovables (ver sección de Panorama) que si bien se muestra demasiado tacaño en el impulso de algunas fuentes –en especial la solar térmica–, para otras abre un futuro prometedor. Es el caso de los biocarburantes, cuya producción se quiere quintuplicar.
Este planteamiento coincide con la estrategia presentada por la Asociación de Productores de Energías Renovables-APPA para conseguir que en 2010 los biocarburantes cubran el 5,75% de las necesidades del transporte España (como plantea la UE). Para lograro, APPA plantea actuar en una batería de frentes: fiscal, logístico, materias primas, consumo y comercialización de vehículos. Otro punto que la asociación considera importantísimo es la aprobación de unas especificaciones técnicas adaptadas a los biocarburantes, para así eliminar dudas sobre su uso y popularizarlos entre fabricantes y usuarios.
Teniendo en cuenta que el sector del Transporte emite en España el 25% de los gases de efecto invernadero, y que los Análisis de Ciclo de Vida demuestran que la utilización de carburantes biológicos reducen dichas emisiones hasta en un 80% respecto a los fósiles, la propuesta parece más que sensata.
Hasta el mes de octubre.
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