La ONU prevé que el 60% de la población mundial vivirá en ciudades en 2030, llegando hasta el 70% en 2050, por lo que resulta urgente que las ciudades adopten medidas contundentes para hacer frente a los grandes retos a los que se enfrentan, como el cambio climático, la contaminación, la gestión de recursos o la desigualdad. Sin embargo, muchas de las grandes urbes se están volviendo lugares cada vez más inhóspitos, sobre todo para aquellas personas que no pertenecen a la élite que tiene acceso a todos los servicios.
"The human-centred city", documento elaborado por un grupo de expertos de alto nivel para la Comisión Europea, define las prioridades en investigación e innovación que deben atender las autoridades europeas para lograr esas ciudades innovadoras y sostenibles que pongan a los ciudadanos en el centro y sean acordes con los objetivos del Acuerdo de París y los ODS de Naciones Unidas. Las conclusiones del estudio van todas en la misma dirección: hay que cambiar el modelo de ciudad e implantar estrategias más habitables. Para lo cual es prioritario la descarbonización y re-naturalización de las urbes, la financiación de servicios públicos, políticas urbanas y viviendas asequibles, junto con la creación de oportunidades y desarrollo económico para todos.
Alcanzar estos objetivos está en nuestras manos, pero hay mucho por hacer. Si nos centramos en España, y solo en acción climática, únicamente dos capitales –Vitoria-Gasteiz y Barcelona– parecen estar abordando el problema adecuadamente, según el índice que elabora anualmente Carbon Disclosure Project.
La eficiencia energética es el punto central sobre el que trabajar. De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, las buenas prácticas sobre eficiencia energética son las más rentables, coherentes e interesantes a la hora de luchar contra el cambio climático. Sin embargo, España no destaca precisamente en este terreno. Y eso pese a que tenemos muy buenas referencias a las que mirar. Por ejemplo, para descarbonizar el parque inmobiliario bastaría con seguir las directrices recogidas en la última directiva europea sobre eficiencia energética de edificios (Directiva UE 2018/844). Básicamente dicen que hay que lograr edificios que requieran apenas energía, y que esa energía se genere con fuentes renovables y autoconsumo; y gestionar la demanda a través de aplicaciones inteligentes (incluídos la batería del vehículo eléctrico y el punto de recarga).
La eficiencia energética puede ayudar incluso a lidiar con la España Vaciada. "Invest in Soria", iniciativa de captación de empresas liderada por la Federación de Organizaciones Empresariales de Soria, sitúa a esta provincia –una de las más afectadas por la despoblación– como el lugar perfecto para que las empresas TIC ubiquen sus centros de procesamiento de datos (CPDs). Todo gracias al llamado "free-cooling", que no es otra cosa que utilizar el aire exterior –gratuito– para refrigerar los espacios. Pues bien, con una temperatura media anual de 11ºC, el clima soriano resulta ser el mejor aliado para refrigerar estos grandes complejos, aportando un ahorro en potencia energética que puede llegar al 60%.
La eficiencia energética puede ayudar de muchas otras formas al mundo despoblado y al superpoblado. Por ejemplo, de la mano de los bonos verdes, un producto cada vez más al alza para financiar proyectos sostenibles, como los edificios eficientes o la movilidad eléctrica. Y, por supuesto, a través de las energías renovables, expertas en generar energía con el menor coste posible. Hace algún tiempo la empresa de análisis Energy Points comparó la eficiencia de la energía eólica con la del carbón, teniendo en cuenta, entre otros factores, qué porcentaje del input de energía se convierte en electricidad que podamos utilizar y el impacto ambiental de cada tecnología. El resultado es abrumador: la energía eólica es unas 1.150 veces más eficiente que el carbón.
De eólica hablamos extensamente en este número. Una tecnología que ha vuelto a remontar el vuelto en España tras instalar 2.243 megavatios de nueva potencia el año pasado. Según la asociación de la industria eólica europea, WindEurope, no ha habido ni un solo país en el Viejo Continente que haya instalado en tierra firme en 2019 más potencia eólica que España.
Hasta el mes que viene.
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com