De vez en cuando la política envía señales que resultan muy difíciles de comprender. Como el cese de Javier García Breva al frente del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Es como si la lógica de las decisiones que se han tomado en el Ministerio de Industria fuera algo así como “hazlo lo mejor que puedas que ya te mandaremos a paseo”.
Todo el sector de las energías renovables, desde los más grandes a los más pequeños, han lamentado, y mucho, que se vaya la persona que más empeño y buen hacer ha puesto sobre la mesa en los últimos tiempos. Su perfil político, por encima del de sus predecesores en el cargo, le facultaban para tratar de tú a tú con sus superiores, incluido el ministro Montilla. Y parecía una señal inequívoca de que el Gobierno del PSOE estaba dispuesto a tomarse en serio las renovables, el ahorro y la eficiencia.
También él pensaba lo mismo. Hasta el punto de haber renunciado a su escaño de diputado por Guadalajara. La primera vez que Energías Renovables pudo sentarse a charlar con García Breva le dijimos lo que sentíamos: que ahorrar energía y ser más eficientes parecía una tarea condenada al fracaso en España. Que el discurso de los anteriores directores del IDAE iba en la misma línea y que, después de unos años, los hechos eran siempre igual de testarudos: más consumo, más intensidad energética, menos eficiencia. Vamos, que como el resto acabaría naufragando.
García Breva echaba mano entonces de esa lógica que nos hemos creído todos: esta vez vamos a tomarnos en serio el tema y lo que se proponga desde el IDAE se reflejará en los consejos de ministros. Lo cierto es que así ha sido hasta ahora, en el año y medio que ha estado en el cargo. Ahí quedan el Plan de Energías Renovables y el Plan de Acción de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética.
¿Qué ha pasado entonces? Quizá es que el ministro de Industria, José Montilla, tiene más trabajo de la cuenta. El máximo responsable de la política energética de este país vive en el puente aéreo. En Madrid, es ministro; en Barcelona, secretario general del Partido Socialista de Cataluña; y entre trayecto y trayecto, hilo conductor entre el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat. Con tanto trajín, delegar parece la única opción. Montilla lo ha hecho en el secretario general de Energía, Antonio Fernández Segura. Un hombre de discurso antagónico al de García Breva, al menos en el asunto de las energías limpias. Convivir así es muy difícil y en estas situaciones suele salir ganando la jerarquía.
Si hemos de pensar que tanto García Breva como Fernández Segura hablan en estas cuestiones en nombre del presidente del Gobierno, quizá sea el momento de pedir a José Luis Rodríguez Zapatero que cumpla sus compromisos en materia de energía Como ha intentado hacer Javier García Breva hasta que le han dejado. Le deseamos lo mejor.
Hasta el mes que viene
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