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Muchas bicis y muchos coches eléctricos

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Muchas bicis y muchos coches eléctricos

Mi sobrina Aitana lleva un par de semanas viviendo en Estocolmo (Suecia), donde se ha ido de Erasmus. “Hay un montón de bicicletas y de coches eléctricos por la calle”, contaba cuando compartía sus primeras impresiones. En realidad, no hace falta irse tan lejos para descubrir que mucha gente se mueve en las ciudades de un modo más sostenible que quemando petróleo. Si eres de Madrid, por ejemplo, te parecerá envidiable la cantidad de gente que va en bici por Sevilla, San Sebastián o Barcelona. Pero es revelador descubrir cómo otros países, que la mayoría considera modélicos desde un punto de vista económico y social, han adaptado sus ciudades para facilitar el uso de la bicicleta y del coche eléctrico.

La pandemia del Covid-19 lo ha trastocado todo. También la venta de coches, que en España ha caído un 43,42% en los siete primeros meses de 2020, en comparación con el año anterior. El batacazo se lo lleva el motor de combustión: gasolina (-50,70%), diésel (-42,95%) o gas (-65,52%). Mientras, las ventas de los eléctricos han crecido un 7,71% y la de los híbridos enchufables se ha disparado un 98,92%. Pero a pesar de esta mejoría, los eléctricos en España solo han supuesto un 1,46% del total; y los híbridos enchufables, un 1,74%.

En Europa la tendencia es la misma: bajan los coches de combustión, suben los eléctricos. Pero la cuota de mercado de los coches movidos por baterías en el primer semestre del año es mucho mayor: 7,32%. Noruega encabeza la lista de forma muy destacada con un 68%. En Suiza ya alcanzan el 9,7%. Francia ha llegado al 9,2% y Dinamarca al 8,6%. Le siguen Alemania, con un 7,4% y Reino Unido con un 7,3%.

Para que España se ponga a su altura debería multiplicar por cinco la venta de vehículos electrificados. Y no parece que lo tengamos nada claro. Somos una potencia entre los fabricantes de automóviles: segundo mayor fabricante de Europa y octavo a nivel mundial. El sector representa el 10% de nuestro PIB. Los empresarios y el Gobierno sacan pecho a menudo con estos datos. Pero estamos empeñados en seguir fabricando y vendiendo los coches más contaminantes, esos que, más pronto que tarde, dejarán de comprar los países que más coches compran. Porque es evidente que ellos sí están haciendo ya la transición a la movilidad eléctrica.

En junio, el propio Pedro Sánchez presentaba el ‘Plan de Impulso a la cadena de valor de la Industria de la Automoción, hacia una movilidad Sostenible y Conectada’. Un plan que bajo el epígrafe de “renovación del parque de vehículos” destina más dinero a los vehículos diésel y de gasolina que a los eléctricos. Lo que no parece muy coherente con una movilidad sostenible.

Si queremos reducir de verdad la contaminación de las ciudades y la emisión de gases de efecto invernadero, necesitamos más coches eléctricos, sí. Pero también es cierto que necesitamos menos coches. “Poder liberarnos de un aire tóxico ya debería ser motivo suficiente para exigir vehículos cero emisiones en la ciudad”, explica Adrián Fernández, responsable de la campaña de Movilidad de Greenpeace España, que en un artículo reciente se preguntaba si el coche eléctrico es la solución a la movilidad del futuro. Fernández, ingeniero de Obras Públicas especializado en transporte, asegura que “al final de su vida útil un coche eléctrico emite mucho menos CO2 que uno de combustión. Sobre todo si lo recargamos con energía 100% renovable”. Pero aunque son menos contaminantes, los coches eléctricos siguen siendo coches. “El futuro de la movilidad no puede limitarse a otro cambio tecnológico que nos siga dejando sin sitio para caminar por la calle, o para movernos de forma eficiente y segura. Lo que necesitamos es el servicio de movilidad, no la posesión del vehículo”, concluye Adrián Fernández.

Calles que inviten a pisarlas, carriles que ofrezcan seguridad a quienes se mueven en bici y puntos de recarga para que los coches eléctricos lo tengan cada día más fácil. Es lo que necesita la movilidad sostenible. Y no ponerle respiradores artificiales a tecnologías que llenan nuestras ciudades de malos humos y que están llamadas a desaparecer.

Hasta el mes que viene.


Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com

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