Mientras que en las cadenas privadas de radio y televisión había especiales de jornada completa el 1 de octubre –negro 1 de octubre–, TVE ofrecía por la mañana un avance de apenas diez minutos y en RNE la programación matinal versaba sobre “Mocedades, garrapatas y farmacias”. Alertaba de ello en un tuit el Consejo de Informativos de la radiotelevisión pública, que no solo ha denunciado esta grave falta de información, sino la tergiversación hecha, cuando se informaba, de lo que estaba ocurriendo, bajo las órdenes de los directivos de la cadena pública.
En realidad, nada extraño en esta senda de posverdad y ruedas de prensa sin preguntas a la que intentan acostumbrarnos muchos de nuestros políticos y la corte de periodistas que los acompaña. Claro está que la información veraz y completa es muy peligrosa: anima a los ciudadanos a recapacitar y a formarse sus propias ideas. Lo ¿bueno? es que la otra cara de la moneda –la negación de la realidad junto con la manipulación informativa–, termina produciendo hartazgo cuando se prolonga demasiado. Y aquí llevamos demasiado tiempo escuchando el mismo mensaje, ya sea para esquivar responsabilidades en el rescate bancario, la Gürtel y demás casos de corrupción, o los recortes brutales en Sanidad y Educación. O cuando se “informa” sobre energía, otro asunto sobre el cual el Gobierno y sus acompañantes tratan de mantenernos en la ignorancia, cuando no de colarnos tremendos bulos.
Véase sino el caso del recibo de la luz. El presidente Rajoy aseguraba en el Congreso en febrero pasado que “estamos en precios de 2015”, cuando la factura del mes anterior (enero) fue la más cara de la historia. También mantiene que el sector eléctrico está auditado, y ni mucho menos es así. Aquí lo único que se controla es la liquidación de los costes de los agentes del sistema eléctrico que hace la CNMC periódicamente, pero en absoluto se ha hecho un examen a fondo de los costes de generación de la electricidad en España.
Otra gran mentira –en la que participan animadamente diferentes empresas y otros partidos políticos– es que el gas natural es un combustible limpio e imprescindible para España. Sin embargo, una cosa es que sea el menos sucio de los combustibles fósiles y otra que sea limpio. En cuanto a la supuesta inevitabilidad de usarlo, la única verdad es que cuanto más gas sigamos importando de Argelia y Catar, más ahondaremos en nuestra dependencia energética y mayor será el agujero económico. Porque cada día nos gastamos 20 millones de euros en traer el gas de esos y otros países, según los datos que ofrece el propio Ministerio de Energía.
Lo que verdaderamente necesita España no es ni gas ni petróleo (tampoco carbón, aunque sea nacional), sino abaratar el precio de la energía, para así mejorar la economía del conjunto de los ciudadanos, no la de cuatro empresas, y cumplir los objetivos climáticos de la UE. Y eso se logra con más renovables y mayor eficiencia energética. Ahí está el futuro, hasta la Agencia Internacional de la Energía así lo reconoce.
El futuro de la energía es, precisamente, uno de los temas estrella que se van a tratar en el I Congreso Nacional de Energías Renovables –Renovables 2017– que se celebra este mes en Madrid (23 y 24 de octubre). Lo organiza APPA, la Asociación de Empresas de Energías Renovables, que este año cumple 30 años de existencia –lo que la convierte en la asociación más veterana del sector– y que ha invitado al presidente del Gobierno a presidir la ceremonia de inauguración del congreso. ¿Aprovechará Mariano Rajoy la ocasión para defender aquí aquello de lo que tanto alardea cuando va de negocios por ahí fuera (las renovables marca España)? Ante la duda, quizás, APPA también ha invitado a la inauguración al Comisario Europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, que desde que se fue a Bruselas se ha vuelto un convencido de las renovables.
Hasta el mes que viene.
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com