¿Cuánto protagonismo tendrá la energía en la próxima campaña electoral? ¿Explicarán los partidos en sus programas que la energía es un vector clave en nuestra sociedad? ¿Que se trata de un elemento presente en cada una de nuestras acciones –desde las más sencillas a las más complejas– y, por tanto, de un peso y trascendencia incalculables? Si echamos un vistazo a campañas anteriores, no parece que este asunto les haya preocupado demasiado. Sin embargo, los electores no deberíamos permitirles que siga siendo así. Tenemos derecho a saber qué política energética proyectan los partidos que concurren a las elecciones, qué peso otorgan a las tecnologías tradicionales, a las renovables, al ahorro y la eficiencia energética, a nuestros compromisos de reducción de emisiones…
A principios de septiembre, la Fundación Renovables presentó una hoja de ruta con los elementos que, a su juicio, deben definir esa política energética, haciendo del ahorro y la eficiencia, junto con las renovables, los pilares del nuevo sistema. Otro aspecto clave es que los ciudadanos serán protagonistas en este nuevo modelo, ya que con él será posible que cada edificio (de viviendas, oficinas, etc.) genere y consuma la energía que requiere. Se trata, por tanto, de un cambio radical… a la vez que sensato. Porque nada más sensato que poner freno a la sangría que supone nuestra elevadísima dependencia energética del exterior: las importaciones de gas y petróleo nos cuestan entre 30.000 y más de 40.000 millones cada año, las dos terceras partes del déficit comercial español.
No debemos permitir que el desconocimiento, o la mala fe, nos impidan hacer el recorrido a este nuevo modelo limpio y más democrático. Como expone Greenpeace en su reciente informe “Energía 3.0” es posible obtener toda la energía que necesitamos con eficiencia, inteligencia y fuentes 100% renovables. Y lo es tanto técnica como económicamente. Según “Energía 3.0”, con el nuevo modelo el sistema energético en la España peninsular costaría en 2050 un 91% menos de lo que costaría seguir con el sistema actual. Esto supone ahorrar cada año más de 200.000 millones de euros en promedio, una cantidad diez veces superior al déficit español de petróleo y derivados.
Otro dato muy a tener en cuenta (como hemos contado innumerables veces), es que las energías renovables son grandes generadoras de empleo. El IDAE estima en torno a 275.000 los puestos de trabajo ligados a las renovables para 2020, a los que habría que añadir otros 400.000 en servicios energéticos.
Parece, sin embargo, que nuestros políticos no acaban de creerlo. La biomasa eléctrica, por ejemplo, está tan desaprovechada que ni siquiera se han alcanzando la mitad de los objetivos previstos en el Plan de Energías Renovables 2005-2010 para esta tecnología, cuando debería jugar un papel clave como dinamizadora del medio rural. Tampoco parece importar mucho a nuestros gobernantes que el modelo de desarrollo eólico seguido en España sea señalado por Bruselas como el mejor de Europa. El borrador de real decreto que ha enviado Industria a la Comisión Nacional de Energía se lo carga de un plumazo.
Pero seamos positivos. Todo se puede rectificar y ahora tenemos una excelente oportunidad de hacerlo. Exijamos a los políticos que den a la energía el papel protagonista que merece. Llevemos la energía a las urnas.
Hasta el mes que viene.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com