Que en Europa necesitamos una política energética sostenible y común parece fuera de toda duda. Es el camino para avanzar en la descarbonización de la economía, en la reducción de la intensidad energética, en el incremento de las renovables en el mix de generación, en la independencia energética… Para España se trata de un tema especialmente importante ya que, aquí, los avances logrados en medio ambiente y en sostenibilidad energética han venido de la mano de la UE.
El 25 de mayo, con nuestro voto, tenemos la oportunidad de configurar un Parlamento Europeo que siga dando pasos en esa buena dirección, poniendo el acento en aquellos aspectos sobre los que hay que actuar con más urgencia, como el objetivo del 20% de ahorro energético para 2020, que aunque resulta de enorme trascendencia no es vinculante y va muy retrasado. En gran medida por el “pánico escénico” a las renovables y a la descarbonización –como lo califica la Fundación Renovables– creado por el poderoso lobby eléctrico europeo (Eurolectric) y tan aplaudido en España por Unesa.
Sin embargo, si nos fijamos en países como Alemania y Dinamarca, no solo no hay que temer ese cambio de modelo sino que hay que tratar de alcanzarlo cuanto antes. Por puro egoísmo. Como se puso de manifiesto en una reciente jornada organizada por la Oficina de Javier García Breva, estos dos países consideran las importaciones de gas y petróleo como pérdida de renta nacional y de recursos, que se podrían destinar al crecimiento económico y al empleo, y a las renovables una inversión para el futuro, pues sus costes se equilibran con los ahorros que producen. En consecuencia, Alemania y Dinamarca se han marcado una hoja de ruta basada en más eficiencia, más renovables, interconexiones y redes inteligentes, con objetivos más elevados que los que ha establecido la Unión Europea.
En España, el gobierno está caminando en la dirección contraria con su reforma eléctrica. Por eso es tan importante darle el 25 de mayo una clara indicación para que cambie el rumbo, si no por voluntad propia por imposición europea, para que aunque no lleguemos a los niveles daneses y alemanes, al menos no sigamos yendo para atrás.
En Genera 2014 (6-8 de mayo, Madrid), feria Internacional de Energía y Medio Ambiente, todo el que lo desee habrá comprobado hasta qué punto ese cambio es deseable para superar la crisis y generar de nuevo en España riqueza y bienestar social. Lo que está claro es que la solución no va a venir de un mayor desarrollo del gas (que importamos) ni de una reforma eléctrica basada en mantener alto el precio de la energía para defenderse de la competitividad de la energía solar o la eólica; unas fuentes que, pese al castigo que sufren, siguen generando millones de kWh de electricidad limpia todos los meses en España. Los estudiantes que se forman en renovables –tema central de este número– lo saben bien.
Hasta el mes que viene.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com