¿Puede el periodismo de datos derrotar la manipulación informativa? A ese objetivo dedicó los últimos 20 años de su vida Hans Rosling, “un pionero en la lucha contra la postverdad", como tituló eldiario.es el artículo en el que rendía homenaje a este médico sueco y experto en estadística, fallecido hace ahora un mes. Rosling pensaba que si se ofrecían con claridad datos y evidencias, en vez de argumentos interpretativos, sería posible poner freno a la manipulación, las medio verdades y las mentiras. Con esta finalidad ideó un software que permite visualizar de manera interactiva y accesible la información estadística; hoy de pleno uso tras ser adquirido en 2007 por Google.
Esta interpretación del mundo basada en datos objetivos no parece suficiente, sin embargo, para frenar a los partidarios de las realidades paralelas. Para ellos, la evidencia empírica es solo un obstáculo en el camino. Menor o mayor, pero nada que no se pueda superar con el tratamiento adecuado y suficiente insistencia.
Las energías renovables llevan años siendo víctimas de ello. Hay infinidad de ejemplos (con la solar fotovoltaica como principal protagonista), pero vamos a centrarnos solo en una de las falsedades más en boga estos días: la supuesta supremacía de la energía nuclear frente a las fuentes de generación limpia. Un tema de plena actualidad tras el plácet del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) a la reapertura de Garoña, obviando sus 40 años de vida y las advertencias en contra de la reapertura de esta vieja instalación hechas por los propios técnicos del CSN. Pero el lobby nuclear es poderoso y tiene potentes altavoces.
¿Quién no ha vuelto a oír estos días que la electricidad producida en centrales nucleares es más barata que la generada a partir del sol o del viento? ¿Que el problema de los residuos está en vías de solución? ¿Que en España no pueden producirse accidentes como el de Chernobyl o el de Fukushima? ¿O que las centrales nucleares son imprescindibles para combatir el cambio climático? Este cúmulo de mentiras, trufadas con medias verdades, repetidas una y mil veces por personas de indudable credibilidad para la mayor parte de quienes no conocen el tema en profundidad –es decir, la mayoría de los ciudadanos– cala, lógicamente, en la opinión pública. Sin embargo, lo cierto es que ni la nuclear es más barata que las renovables, ni son seguras, ni el tema de los residuos está en vías de solución, ni las centrales atómicas hacen falta para controlar el clima.
Empecemos por la seguridad. Periódicamente se producen accidentes en plantas atómicas, la mayoría, por fortuna, de escasa o poca importancia. Pero ha habido tres que dejaron al mundo en estado de shock: Three Miles Island (EEUU) en 1979, Chernobil (Ucrania) en 1986 y Fukushima (Japón) en 2011, demostrando que es un sarcasmo mantener que estas instalaciones son seguras. De hecho, seis años después del accidente en el reactor japonés la propia Tepco, operadora de la central, ha reconocido que el combustible nuclear derretido ha entrado en contacto con el agua subterránea que fluye del lado de la montaña, generando agua contaminada por la radiación todos los días. Agua contaminada que se suma a la ya vertida al Océano Pacífico.
Tampoco es cierto que la nuclear sea la tecnología de generación eléctrica más barata. Este mérito le corresponde a las renovables, convertidas en los verdaderos amortiguadores de los precios de la electricidad. Por ejemplo, la generación con eólica permitió en 2015 disminuir el precio del kWh en un 15,7% (Fuente: Observatorio de la Sostenibilidad). La generación con nuclear, cero. Respecto a los residuos radiactivos, no existe, ni mucho menos, solución definitiva, sólo formas de gestión temporal. De hecho, ni siquiera hay consenso en el sector nuclear sobre la mejor forma de almacenarlos.
Tampoco es verdad que las nucleares sean necesarias para combatir el cambio climático. El físico y ambientalista estadounidense Amory Lovins, presidente y jefe científico del Rocky Mountain Institute, ha calculado que invertir en nueva nuclear –mucho más costosa tras las nuevas exigencias de seguridad– ahorraría de 2 a 20 veces menos carbono por dólar, y alrededor de 20 a 40 veces menos carbono por año, que si se invierte en los ganadores del mercado: el uso eficiente de la electricidad, las energías renovables distribuidas y la cogeneración de calor y electricidad para edificios y fábricas.
Hasta el mes que viene.
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com