Las encuestas que conocemos a primeros de julio parecen dar ganador al bloque de la derecha, pero con un resultado tan ajustado que bien podría repetirse un gobierno de coalición de izquierdas con pactos puntuales con el resto de fuerzas políticas. Veremos.
La última vez que un gobierno del PP desbancó a uno del PSOE, a finales de 2011, publicamos esta portada con el titular de ‘Unesa comienza a gobernar’. El 27 de enero de 2012 el entonces ministro de Energía de Rajoy, José Manuel Soria, anunciaba la suspensión temporal de las primas a las renovables. El hachazo no extrañó a nadie en el sector. Las andanadas de las grandes eléctricas, que durante años atacaron sin miramientos los primeros esfuerzos para desarrollar la energía solar en nuestro país, ya habían calado antes en el último gobierno de Zapatero y en su ministro Miguel Sebastián, que aprobó los primeros recortes a la fotovoltaica.
Unesa no existe –ahora se llama aelēc, con parecidos protagonistas– y las grandes eléctricas, junto con las petroleras, dominan hoy el mercado de las renovables. No solo de las grandes instalaciones, también del autoconsumo. Donde todas han entrado a saco sabedoras del potencial de la generación distribuida. En su momento, los que siempre han manejado el cotarro energético en nuestro país, temieron la llegada del autoconsumo por su capacidad para reducir el tamaño de la tarta que hasta entonces se comían ellos solos. Y propiciaron el impuesto al Sol en 2015. Tres años más tarde, semejante sinsentido fue derogado por el gobierno de Pedro Sánchez.
Un alto cargo de una eléctrica me dijo hace algún tiempo que frenar el autoconsumo había sido un “error estratégico”. Porque si un cliente instala autoconsumo es cierto que consumirá menos energía de la red. Pero “nosotros podemos hacerle esa instalación, y es posible que detrás venga una aerotermia o un cargador de vehículo eléctrico. Y a la larga, ganamos”, decía.
Parece difícil repetir aquellos errores. Las renovables son ya la forma más barata de producir energía y nos han salvado de no pocos sustos desde que Rusia invadió Ucrania. Por eso precisamente las grandes energéticas acumulan fuertes intereses en el sector. Aunque no faltan voces, como la del petrolero Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, que sigue arremetiendo día a día contra la transición energética y la descarbonización, en un discurso que recuerda al de las eléctricas de hace 15 años.
La progresiva electrificación renovable de la economía que pone los pelos de punta a Imaz, es un revulsivo para Iberdrola, Endesa y Naturgy. Sobre todo cuando esa electrificación la hacen ellos. Porque las grandes distribuidoras siguen bloqueando el autoconsumo colectivo con nuevos requisitos que tratan de evitar su despegue. Y que ya ha requerido incluso una investigación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
Elecciones. ¿Qué hay del discurso energético de los partidos políticos? El gobierno del PSOE y Unidas Podemos (ahora Sumar) acaba de presentar su propuesta de revisión del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC). El objetivo es que España llegue al año 2030 con 160 gigavatios renovables operativos, cuando hoy disponemos de 72. Lo que implicaría más que doblar la potencia en los próximos 7 años.
En el otro lado, Feijóo ha dicho que piensa “revertir el desmantelamiento de las centrales nucleares” y aplicar una nueva “tasa por hito” a las renovables, con cargo a los promotores de proyectos, para reforzar los medios de la administración y agilizar su tramitación. Y Santiago Abascal ha prometido que si gana las elecciones acabará con la ley de cambio climático porque, dice, está “arruinando” al pueblo. Por lo pronto, en algunos ayuntamientos gobernados por PP y Vox ya han decidido desmantelar carriles bici porque deben de pensar que lo de ir en bici es cosa de la izquierda y atenta contra la libertad de moverse en coche.
De la libertad de moverse en bici ni hablamos. De la libertad de producir tu propia energía tampoco. La libertad de consumir energía limpia para dejar un planeta mejor a tus hijos debe de ser un desmadre imposible. Y avanzar hacia la independencia energética podría ser arriesgado por lo equívoco del término.
Pero lo realmente irónico a estas alturas es que las renovables y el cambio climático no estén en todas las papeletas el 23 de julio.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com
