En una de sus primeras intervenciones públicas ya como candidato de Equo, a Juantxo López de Uralde le preguntaron cuál sería para la nueva formación política un mix energético equilibrado. En 2011 cada vez que un empresario o un político hablaba de mix equilibrado, todo el mundo sabía lo que venía detrás: nuclear, carbón, gas, renovables… López de Uralde dijo que poner a esa combinación de tecnologías el calificativo de equilibrado era un intento de legitimar y perpetuar un mix que estaba llamado a desaparecer. “Porque ese mix es el problema”, dijo.
El tiempo coloca a cada uno en su sitio. Y hoy sabemos que Juantxo López de Uralde tenía razón. Él y tantos otros que llevan años demostrando con argumentos hasta qué punto resulta insostenible, ambiental y económicamente, el modelo energético actual. La novedad es que incluso los más interesados en que la transición energética se ralentice empiezan a caerse del guindo. En sus discursos siguen hablando de un “mix energético equilibrado” pero la realidad les atropella. Y los gestos les delatan.
Hace unos días Gas Natural Fenosa decidía esconder para siempre su alma gasista. Y cambiaba de nombre para eliminar cualquier referencia al combustible fósil que ha sido su seña de identidad. Pero la compañía rebautizada como Naturgy ha hecho algo más: revisar a la baja sus activos que antes valían 9.800 millones de euros y ahora valen 4.900 millones. Es más que probable que estos reajustes tengan que ver con su particular transición energética, que a juzgar por el parque de generación, será costosa. Porque de los 12,7 GW de potencia instalada en España, la hasta hace poco conocida como Gas Natural Fenosa tiene 3 GW renovables, 7 GW de gas, 2 GW de carbón y 600 MW de nuclear.
El 11 de junio Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica (el propio nombre del Ministerio es un mensaje), se presentó en el Consejo de Ministros de Energía de la Unión Europea diciendo que “España deja de ser un lastre y se alinea con aquellos países que tienen vocación de progreso”. Para entender qué significa ese progreso basta echar un vistazo al documento titulado ‘Propuesta de bases para una estrategia de transición energética’, que presentó en Ferraz el llamado Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía, presidido precisamente por Teresa Ribera. En ese documento se habla del “cierre ordenado de las centrales térmicas de carbón antes de 2025” y del cierre ordenado de las centrales nucleares a medida que vayan cumpliendo los 40 años de vida” (la última los cumple en el año 2028). Este es el progreso.
En el recién celebrado IV Congreso Eólico se preguntó a los directores de renovables de las grandes eléctricas qué mix energético imaginaban en un futuro próximo. Solo el CEO de Acciona Energía, Rafael Mateo, se atrevió a lanzar una propuesta: eólica, solar (incluyendo fotovoltaica y termosolar) y almacenamiento. En la mesa estaban también representantes de EDP Renováveis, Endesa, Iberdrola y Viesgo. Excepto Acciona, que es un jugador puro en renovables, todas las demás empresas tienen intereses en plantas nucleares, de carbón y de gas. Y de sus máximos responsables han salido durante años infinidad de andanadas contra las renovables.
La termosolar es protagonista en este número. Y lo que reivindica esta tecnología es precisamente eso: protagonismo. El mes pasado Protermosolar presentaba un informe que demuestra que si España contara con 20 GW termosolares en 2030 podría prescindir por completo del carbón y las nucleares. Con un parque de generación mucho más limpio y, además, una factura más barata.
Lo que muchos consideraban un mix equilibrado hace una década será historia más pronto que tarde. Y ese día, cuando un aprovechamiento inteligente de las tecnologías renovables domine el panorama energético en una economía electrificada y descarbonizada, el mix habrá dejado de ser un problema para convertirse en la solución.
Hasta el mes de septiembre.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com