Sin duda, el conjunto de procesos judiciales que tenemos abiertos en defensa de los pequeños productores fotovoltaicos, son la experiencia jurídico-personal más increíble que hemos vivido los compañeros que los estamos defendiendo.
Representar a tantos miles de personas -entre las que algunos nos incluimos como afectados- por un atropello cruel, arbitrario, injustificado, mezquino…, contra un estado secuestrado por sus decisiones, que beneficia a un grupito muy concreto de poderosos personajes en perjuicio claro del interés general, es algo que supera con creces las expectativas de cualquier abogado.
Por ello, cuando se diseña un proceso de estas características, desde una perspectiva mucho más amplia que la de un simple procedimiento judicial al uso, con interactuaciones en medios de comunicación, en jornadas jurídico-formativas que vayan extendiendo realidades hasta ahora ocultas, fomentando la generación doctrinaria en nuevas obras que pueden servir de referencia, empujando de forma masiva en todas las jurisdicciones posibles, nacionales o internacionales, la denuncia de los atropellos cometidos, y un sinfín más de piececillas de puzle que pretenden recomponer de algún modo la situación, es cuando encuentras que la presión ciudadana, el aliento en la nuca de la calle, se configura como uno de los argumentos más sólidos para poder obtener el éxito en esta mega batalla que tenemos en marcha.
Hemos dado la vuelta a España, por sus plazas y caminos, explicando qué estamos haciendo y por qué es injusto e ilegítimo lo que pasa con nosotros. Y la respuesta ha sido difícilmente imaginable. Han sido decenas de miles las personas que han participado en todos los actos que hemos realizado, centenares los medios de comunicación los que han viralizado la incompresible actuación que el estado ha tenido con la energía renovable en general, y con la fotovoltaica en particular. Ha sido emocionante ver como políticos de todo signo, jueces de demarcaciones territoriales, periodistas, carniceros, agricultores, amas de casa, jubilados,… recibían con pasmo las informaciones de lo que estaba pasando.
Pero donde nuestras sensaciones ya se dispararon fue al comprobar como la gente, los miles de guerreros solares que se lanzaron a los caminos a defender sus ilusiones y el futuro de sus hijos, arrimaban el hombro cruzándose España si era preciso, con la familia a cuestas, para gritar que esta guerra es de todos. Ese calor humano y ese ímpetu por no rendirse jamás ante una afrenta inmoral, habrá de ser la amalgama que una las piezas del rompecabezas que nos permita vencer a los ciudadanos de a pie en esta siniestra historia.
Gracias a todos, lo conseguiremos sin duda.