Cuán diferente nos parece el escenario político post #25M. Sin embargo, lo ocurrido no es más que una realidad inevitable. Una realidad que la evidencia demostraba que se iba a producir. Que se tenía que producir.
Hay cosas que es difícil adscribirlas a un color político (y más cuando la definición de color acostumbra a venir autoimpuesta). Así, el sinsentido, el hastío, la soberbia, la ignominia,… son conceptos que sobrepasan de largo las fronteras de los colores políticos, pues su entendimiento real reside en las casas de los ciudadanos y, sin embargo, hace tiempo que su significado se había olvidado en las sedes de los grandes partidos. Por eso no debe de extrañarnos que en estas elecciones aire fresco haya entrado por todas las puertas y ventanas imaginables del ámbito político.
Esas corrientes guardan paralelismos tan enormes con la energía que los que nos dedicamos a esto nos palpita sobremanera el corazón ante la expectativa de cambio. En el sector energético, como en el otro, llevamos décadas implantados en el partidismo de los grandes, que debidamente adoctrinados, nos tenían subyugados en mensajes que hasta hace bien poco, ni siquiera nos tomábamos la molestia de discutir. ¿Cómo es posible que aún alguien ponga en duda que es mejor comprarle gas a Argelia que el sol a tu vecino de puerta? ¿O el petróleo a Libia en vez del viento a una empresa española en la que puedes participar? ¿O reabrir una central nuclear de cuarenta años de vida en vez de promover abiertamente que cada ciudadano produzca su energía en la cubierta de su casa? ¿Acaso negar estas obviedades se sostiene honradamente sin esconder intereses ocultos?
Ahora ya casi no nos acordamos, pero hace poco más de dos años el presidente de la patronal de las eléctricas se preguntaba cómo era posible que se hablase mal de las eléctricas, “con lo que habían hecho por el país”. Yo personalmente asistí en Alcalá de Henares a unas jornadas estupendas donde uno de los ponentes, aparentemente observador imparcial, manifestaba sin pudor que el problema de la energía es que se había permitido que cualquiera fuese productor eléctrico. Es cotidiano encontrarse declaraciones de políticos de viejo cuño diciendo que hay que acabar con el crecimiento de las renovables pues podremos caer en la anarquía eléctrica. Y por sus actos los estamos conociendo. Contra los pequeños: retroactividad extrema, peajes de respaldo, moratorias,… A favor del sistema: fracking, prospecciones en Canarias y Baleares, Garoña…
Pues bien, a todas esas agrupaciones que únicamente a base del empuje ciudadano, mediante las ahora demonizadas redes sociales, mediante la presencia física en las calles y plazas de ciudades y pueblos, mediante la aplicación de aquellos axiomas por otros olvidados… han alcanzado el éxito, los productores fotovoltaicos les damos nuestra más sincera enhorabuena, pues son el reflejo de nuestra lucha, la de la participación ciudadana en un reducto hasta hace bien poco inexpugnable. Ni con ellos vendrá la guerra, ni con nosotros la miseria.
Es imposible parar el sol, igual que es imposible detener a los ciudadanos.