josé donoso

Sísifo o la lucha por lo obvio

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“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”
Atica III – Píndaro

Después de años de luchar por algo tan obvio como que era el momento del autoconsumo fotovoltaico, ahora nuestro sector carga con la roca de otra obviedad. Si queremos avanzar en la lucha contra el cambio climático, con el añadido de importantes ventajas económicas para nuestro país, son necesarias las plantas solares.

Es obvio que la prioridad siempre es la eficiencia energética, pero también que necesitamos nueva capacidad eléctrica. También porque el proceso de descarbonización conlleva un proceso de electrificación.

Es obvio que hay que impulsar el autoconsumo (AC), como la forma más capilar y con menos impacto. Para ello es necesario avanzar en la homologación con Europa del componente variable de la factura eléctrica a la par que se eliminan barreras administrativas y se instaura el IVA reducido para el AC doméstico.

Es obvio que la solar es la forma de producir energía con menor impacto ambiental a la vez que la más competitiva. Si queremos impulsar un nuevo modelo energético realmente liberalizado y competitivo es obvio que tenemos que garantizar condiciones de mercado que permitan desarrollar plantas pequeñas y colectividades fotovoltaicas. Condiciones que venimos solicitando a través de una reserva para estos proyectos del 20% de los puntos de conexión y de un 20% de la capacidad subastada para proyectos de menos de 10 MW.

Es obvio que no es suficiente con el AC para conseguir toda la nueva potencia necesaria. Según nuestros cálculos más optimistas en 2030 podríamos alcanzar entre 8-10 GW de AC, pero solo para conseguir los objetivos del PNIEC, que muchos consideramos cortos, necesitaríamos 29 GW.

Es obvio que solo con plantas pequeñas no es factible conseguir estos objetivos, o nos llevaría 4 o 5 veces más tiempo. Y el tiempo es una variable importante en la lucha contra el cambio climático.

Es obvio, por tanto, que son necesarias plantas de mayor tamaño y que participen todo tipo de actores. No es menos obvio que vivimos en una economía de mercado y que para que los actores económicos participen tiene que haber una expectativa de beneficios, aunque hoy en día el mercado de las renovables está sujeto a condiciones de riesgo.

Es obvio que, como afirma la vicepresidenta cuarta, cualquier moratoria o planificación territorial nos haría perder una década. Y, repito, tiempo es lo que no tenemos. Y, además, sería un ejercicio innecesario. Es obvio que el mejor instrumento para medir el impacto sobre el territorio es un estudio de impacto ambiental, tanto individual como acumulado, adecuadamente realizado y evaluado.

Es obvio que no hay una incompatibilidad de uso del suelo entre agricultura y energía solar. Si la totalidad de los objetivos del PNIEC para fotovoltaica se llevaran a cabo sobre suelo agrícola, solo se necesitaría el 0,2% de este suelo. En España hay más de 2.300.000 hectáreas de baldíos y la fotovoltaica necesitaría menos de 60.000 Ha.

A pesar de todas estas obviedades, nos encontramos con un fenómeno creciente de oposición a la solar, proveniente de un batiburrillo de actores: nimbys, egoísmos regionales, personas que han perdido la visión global del problema ambiental, etc, convirtiéndose en una amenaza no desdeñable al proceso de transición ecológica.

Ante esta situación todos tienen que asumir su responsabilidad: políticos, ecologistas, científicos y asociaciones tienen que ponerse de frente a esta ola, porque lo que está en juego es mucho. Las empresas también tienen que asumir la suya, haciendo las cosas no bien, si no de forma excelente, tanto en los aspectos ambientales como sociales.

Desde UNEF trabajamos en un certificado de excelencia en la sostenibilidad y el respeto a la biodiversidad. Trabajemos en construir plantas reversibles que se conviertan en auténticas reservas integrales de la naturaleza y desde el diálogo y el respeto a las poblaciones locales, dejando el mayor impacto económico positivo en los territorios.

Desde el conocimiento de la realidad, agotemos el ámbito de lo posible. Las futuras generaciones se lo merecen.

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