¿Es positiva o negativa para la fotovoltaica la actual escalada de los precios en el mercado eléctrico, auténticamente imprevisibles hasta el punto de que ningún consultor especializado o empresa del gremio había sido capaz de preverlo? ¿Es un cisne blanco o un cisne negro en el sentido descrito por Taleb?
Pregunta más complicada de responder de lo que puede parecer a primera vista. En un principio parecería evidente que habría mucho de cisne blanco.
Los altos precios impulsarían para las plantas en suelo la posibilidad de buscar su rentabilidad a través de la venta de energía eléctrica al mercado, la financiación de estos proyectos se vería facilitada por el gran diferencial con el coste de producción. Pensemos que el precio medio ofertado en la última subasta fue de 24,5€, frente a unos precios de mercado en el entorno de los 160/170€ y subiendo. Con este importante margen los grandes y medianos consumidores eléctricos se verán incentivados a cerrar acuerdo de contratos bilaterales con los productores solares.
Fenómeno similar sucede en el autoconsumo. Los consumidores industriales sentirán la necesidad de blindarse ante estos bruscos vaivenes de los precios eléctricos y los domésticos de reducir su factura. Si este nivel de precios continuara en el tiempo los proyectos de autoconsumo verían reducidos su periodo de amortización a la mitad y duplicarse su TIR. Algunos podrían ser amortizados en dos años. Todo ello sin poner en los cálculos los apoyos provenientes de los fondos de recuperación que darían unos números todavía más interesantes. Claramente desde estos puntos de vista estaríamos hablando de un gran cisne blanco para el sector.
Sin embargo, esta crisis no está exenta de importantes aspectos de cisne negro que pueden afectar al futuro del sector al afectar a aspectos esenciales del proceso de transición ecológica.
Por un lado, un elemento fundamental del proceso de descarbonización es la sustitución de combustibles fósiles por usos eléctricos. Para ello es importante que los usos eléctricos mantengan una competitividad de precios en relación a los usos fósiles. Aspecto este muy deteriorado en la actual escalada.
Desde el punto de vista de una transición justa para el conjunto de la sociedad, factor importante para poder contar con consenso social, también hay un impacto negativo. La transición conlleva un encarecimiento de los combustibles fósiles por la adopción de medidas como el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico o por el decaimiento en nuevas inversiones en petróleo o gas por la falta de mercado futuro. Socialmente es necesario contraponer este encarecimiento con el abaratamiento del producto alternativo, la electricidad. Una situación que produzca un encarecimiento de ambos insumos puede llevar a generar explosiones sociales como las vividas en Francia con los chalecos amarillos y a una pérdida de apoyos. También para la fotovoltaica si no podemos transmitir a la sociedad nuestra gran ventaja de producir una energía barata, más que la de cualquier país de nuestro entorno.
Y enlazando con este aspecto, llegamos a las consecuencias negativas que pueden tener las medidas que se están tomando para amortiguar los efectos de la subida de precios. Medidas sin duda necesarias como amortiguador social pero que han afectado a la percepción de riesgo regulatorio de las empresas y, en particular, a los dos elementos que se habían constituido como nuestro flotador de salvación frente a cambios políticos, los contratos bilaterales o PPAs y la posibilidad de participar directamente a mercado. Áreas en las que nos considerábamos a salvo de ese riesgo regulatorio. En los últimos años se han instalado en ellas 4.200 MW que han dado estabilidad al mercado, y que no se hubieran podido instalar si hubiéramos tenido que esperar a la convocatoria de subastas. Unas medidas coyunturales pueden afectar a un proceso estructural como es la transición ecológica.
No podemos olvidarnos tampoco del impacto negativo que esta situación tiene sobre el sector industrial fotovoltaico español. La inflación del 4% va a afectar negativamente su competitividad internacional o va a disminuir sus márgenes. Ambas cuestiones, muy negativas en un sector tan competitivo.
¿Cisne blanco o cisne negro? Que cada lector saque sus propias conclusiones.