Así, y como consecuencia directa de ambos hitos regulatorios, el sector fotovoltaico se ha visto impulsado y, si bien los números del año 2018 solo reflejan el crecimiento del autoconsumo, en 2019 se espera un salto cuantitativo muy importante. En 2018 en España se instalaron 262 MW nuevos, de los cuales el 90% correspondieron a instalaciones de autoconsumo, mientras que el 10% restante proviene de instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red.
En comparación con el año 2017, cuando se instalaron 135 MW nuevos, la potencia fotovoltaica instalada en 2018 ha aumentado un 94%. Con esto, España ya alcanza los 5,1 GW de potencia fotovoltaica acumulada, situándose como el quinto país de Europa con más gigavatios, y las perspectivas de crecimiento del sector de cara a los próximos años probablemente nos sitúen entre los principales mercados europeos.
Por comunidades, Castilla-La Mancha, con 925 MW instalados, y Andalucía, con 881 MW instalados, se reafirman como las principales regiones de producción fotovoltaica. Con diferencias importantes, les siguen Extremadura, Castilla y León y Murcia. Entre estas cinco regiones aglutinan el 72% del total de energía fotovoltaica generada en 2018.
Desde un punto de vista económico, el año pasado el sector fotovoltaico ha supuesto una contribución directa al PIB español del 0,22% y el impacto económico de las exportaciones ha alcanzado los 1.522 millones de euros, creciendo un 30% respecto al año anterior.
A nivel mundial, las cifras son también muy positivas: durante el año pasado, y aunque la fotovoltaica todavía tiene margen para seguir ganando competitividad, se logró un nuevo récord mundial de potencia fotovoltaica instalada alcanzando los 480 GW. Esta cifra record se obtuvo gracias a los nuevos 94,2 GW de potencia instalada, un 0,5% más de lo instalado en 2017 y un 31% más respecto a 2016.
Los contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPAs) son una opción cada vez más popular: a nivel mundial, en 2018, se han firmado 14 GW y en España, entre 2018 y lo que va de 2019, se han firmado más de 4 GW. Y, por último, las subastas de energía, en las cuales se han alcanzado precios mínimos récord de 20 $/MWh, situándose la media de 2018 en 50 $/MWh.
Pasos relevantes en política
Además, 2018 ha sido el año más relevante en materia de política energética a nivel europeo, desde que se aprobó el tercer paquete de energía en 2009. Así, se puso en marcha la tramitación del Paquete de medidas “Energía Limpia para todos los Europeos”, y se aprobó la Directiva de Renovables, en la que se han aumentado los objetivos a 2030 al 32% para las energías renovables y se han reafirmado principios clave para el autoconsumo, entre los cuales destacan la eliminación de los cargos y de las barreras económicas y administrativas, así como la prohibición de medidas retroactivas.
Si miramos hacia el futuro, no cabe duda de que el mercado fotovoltaico está preparado para cumplir con los objetivos de transición ecológica. Así, en 2019 se espera la instalación de entre 3 y 4 GW de nueva potencia fotovoltaica y, en función de los objetivos establecidos por el PNIEC, se prevé la instalación anual de unos 3 GW de potencia fotovoltaica. Es un factor clave la consecución de la estabilidad en este objetivo para favorecer la generación de inversiones industriales.
Autoconsumo a ritmo sostenido
Hablando de autoconsumo, la previsión a futuro es que siga creciendo a ritmo sostenido. Bajo el nuevo marco regulatorio liberalizado, sin las barreras del RD 900/2015, se espera que se instalen unos 300–400 MW nuevos anuales. En este contexto, con la vista puesta hacia delante y el objetivo claro de seguir avanzando, el sector fotovoltaico se enfrenta a varios retos para poder continuar creciendo a buen ritmo.
En tema de autoconsumo, se hace necesaria la finalización de la regulación de detalle de la compensación de excedentes y del autoconsumo colectivo y la implantación del registro de autoconsumo, así como la regulación de la conexión a red para facilitar los trámites de estas instalaciones y, en especial, de aquellas sin excedentes.
Asimismo, es esencial que la tarifa eléctrica que diseñen la CNMC y el Miteco acompañe la transición energética y no genere una barrera al autoconsumo, la eficiencia energética o el vehículo eléctrico. Para dar una señal de precio adecuada a los consumidores, debe reducirse el término fijo en función de la potencia contratada e incrementar el variable, lo que nos acercaría a los países de nuestro entorno. De esta forma los consumidores verían el impacto económico que tienen las medidas de ahorro energético que ponen en marcha.
Igualmente, desde UNEF reclamamos una estrategia nacional de autoconsumo en el PNIEC con objetivo de potencia instalada que reconozca el potencial de esta tecnología en la transición energética.
Conexión de grandes plantas
Por otro lado, mirando a las plantas de generación, es de especial importancia diseñar un procedimiento de acceso y conexión a la red eléctrica basado en el principio de la transparencia, para evitar que se produzcan abusos de posición dominante por parte de algunos actores, pero sin perjudicar a los pequeños desarrolladores. Para conseguirlo, proponemos cuatro actuaciones clave. Liberar más capacidad de conexión a la red, revisar el criterio de potencia de cortocircuito, introducir requisitos previos como el derecho de uso de los terrenos e hitos administrativos posteriores e implementar subastas. Esto último, solo si hay más demanda que capacidad en cada nudo, con preselección según requisitos y de tipo pay as bid.
Por último, es necesaria la revisión de la remuneración de la generación para dar señales a largo plazo que atraigan la inversión, facilitando la firma de contratos PPA, revisando el diseño del mercado marginalista e introduciendo subastas homologables internacionalmente. Además, se debe blindar la rentabilidad razonable de las plantas existentes en el 7,398% actual, lo que trasladaría un mensaje de estabilidad regulatoria.
Estas son solamente algunas de las actuaciones necesarias para seguir avanzando. Las cifras récord son un motivo de celebración sí, pero no son el final del camino, sino que marcan la senda a continuar para seguir avanzando en la buena dirección.