Es difícil intentar hacer un balance del año 2022 y que la mente no se te vaya a aquellos dos acontecimientos por los cuales seguramente este año pasará a la Historia. El regreso de la guerra a Europa a través de la agresión rusa a Ucrania y, por otro, la aparición de efectos del cambio climático que no esperábamos que se hicieran presentes hasta la próxima década.
En ambos eventos la energía juega un papel protagonista. La disponibilidad de gas ruso condiciona los posicionamientos de los países europeos, al tiempo que contribuye de manera importante a la escalada de precios que está generando una espiral inflacionista que amenaza con provocar una nueva crisis económica. Escalada de precios que ha puesto también en evidencia la inadecuación del sistema marginalista tal como está concebido como asignador eficaz.
La buena noticia es que para todas estas crisis la energía fotovoltaica es parte importante de la solución al reducir la factura energética de los consumidores y la inflación. Además de ser una energía limpia y endógena.
En nuestro país, la “cosecha” fotovoltaica del 22 será sin duda una cosecha récord. Cuando escribo este artículo aún no tenemos los datos de cierre, pero estoy convencido de que sobrepasaremos los 3,4 GW en suelo y los 1,2 GW de autoconsumo del año 21. Si no aparecen nuevos cisnes negros, el 23 puede ser incluso mejor todavía.
Estamos en un excelente momento para el sector, el mejor de su historia. Pero eso no es óbice para no ver que este año ha sido también el año en el cual se han hecho más patentes los desafíos que ya estaban aquí y han comenzado a aparecer otros nuevos.
El desafío de la aceptación social sigue aquí, convirtiéndose en determinadas zonas en un problema crónico al que los promotores tienen que habituarse para gestionar de manera adecuada, para empezar maximizando su comportamiento positivo.
Racionalizar y objetivar las tramitaciones administrativas sigue siendo una materia pendiente. Estos últimos meses del año están siendo vividos por las empresas que llevan a cabo plantas en suelo con la incertidumbre sobre la posibilidad de prórroga para el hito de disponibilidad de la E.I.A. El Gobierno ha anunciado que no será prorrogado. En todo caso todo apunta que de todas formas el número de proyectos que obtendrán la D.I.A. será muy alto en nuestro sector, especialmente entre los proyectos presentados en la administración central. En las CC.AA. la situación es muy irregular. Extremadura, sin lugar a dudas, ha sido la primera de la clase, seguida de Castilla–La Mancha y Andalucía. Madrid, Valencia y Cataluña han sido una vez mas las comunidades autónomas con peor desempeño.
El próximo año se pondrán en marcha los nuevos mecanismos de concurso para la asignación de potencia. Mecanismos sobre los que planean importantes dudas en relación a su aplicación práctica y eficacia. Además, si no se toman medidas compensatorias, van a tener la externalidad negativa de expulsar a la generación distribuida de los nudos que se concursen.
Este año hemos visto desde el punto de vista retributivo el gran desarrollo de los contratos bilaterales impulsados por los altos precios de mercado. Lo que ha sido una de las razones de la escasa participación en las subastas organizadas. Aunque en las subastas para generación distribuida seguimos viendo barreras injustificadas que no se solicitan a las grandes plantas. El sector en este momento opta por una mayor retribución, aunque con un mayor riesgo, frente a una menor retribución con menor riesgo.
Estas subastas de fin de año también han evidenciado el importante incremento de costes sufrido por el sector. De una media de precio en las ofertas presentadas a la primera subasta del año de 30€/MWh hemos pasado a que ninguna oferta estuviera por debajo de los 45€ en la subasta de noviembre. Incremento no preocupante en el corto plazo por los altos precios de la energía y por haberse producido también en nuestro más directo competidor. Puede ser un factor de preocupación en el futuro cuando, si no se reforma el mercado marginalista, entren a producir los GW que se aprobarán próximamente y se produzca una caída en los precios de mercado.
La regulación adecuada del almacenamiento es otra materia que queda pendiente para el 23. Imprescindible regulación, para poder gestionar mejor las situaciones de exceso de oferta que se produzcan en el futuro y una mejor garantía de suministro para los consumidores. Todas las plantas que se diseñen tendrían que llevar aparejada una instalación de almacenamiento de manera tan imprescindible como el contar con paneles.
En el autoconsumo ha sido un año de un crecimiento que seguramente arroje números espectaculares cuando cerremos el balance. El motor de este crecimiento han sido sin duda las subvenciones del Gobierno y los altos precios de la energía. La lentitud en la concesión de las subvenciones ha puesto en evidencia que el modelo elegido no es el adecuado.
Sigue pendiente resolver las incompresibles barreras al autoconsumo colectivo y sobre todo los constantes problemas con las distribuidoras.
Para el año próximo nos quedan dos desafíos no menores: ver cómo va a afectar a un sector intensivo en capital el incremento del coste del dinero, y los cuellos de botella en mano de obra y en ciertos elementos de la cadena de suministro.
• Esta columna de Opinión está incluida en el Anuario 2022 de Energías Renovables en papel, que puedes descargar gratis en formato PDF aquí
