¡Pasen y vean el gran Circo de la Navidad! Pasen y vean atracciones eléctricas y vigorosas. Es un gran circo de tres pistas. ¡Presentamos la carpa más grande del mundo!, llena de energía, de personajes inauditos, mitológicos. El pequeño M que todo lo escucha para evitar el robo de su tesoro, el gigante U de cinco cabezas que coloniza territorios y gentes, y el hombre S que habla y compromete aunque después todos le desmientan. Es M.U.S. un juego en el que el engaño merece aplauso y virtud. Compra y venta en un mercado ¿liberalizado?, con normas similares a chispazos de potencia fluctuante. También hay certezas, al menos una: quién sufrirá el calambrazo.
Bajo la carpa, S ocupa la pista central. De figura gallarda mira de frente, sin pestañeo, hacia el público aunque sea un borrón deforme al que no distingue. Las luces le deslumbran, pero está seguro de la existencia del interlocutor y sin esfuerzo habla fluido. Su verbo, sin embargo, se convierte en incierto porque M se empecina en matizar, incluso en negar. El público no lo ve llegar, más pequeño y aparentemente más silencioso. Se acerca porque las palabras de otros a él (ya es personal) le cuestan dinero y no puede permitirlo. Por eso sus oídos siempre están alerta y no dudan en acudir a la batalla. Entra en faena, sin miedo, y habla y habla hasta atropellar su discurso. M se ha venido arriba. S busca subterfugio.
Esto sucede en la pista central. ¿Y en las laterales? En una de ellas U calla, sus diez ojos se comprometen y se frota las manos. Es una pista espaciosa, de arena brillante, desde la que observa la pelea entre S y M, a la espera de fruta madura. En la tercera pista se apelotona el público, el gentío curioso que se asomó al interior de la carpa. Compró la entrada, y por ese simple hecho lo convirtieron a la fuerza en protagonista pasivo. No le está permitido opinar y mucho menos disentir o rebelarse. Su papel se limita a pagar los platos rotos de la función, de la discrepancia de unos y de las expectativas de otros.
Protagonistas
(por orden de aparición y para evitar equívocos)
M. Montoro, Cristóbal. Ministro de Hacienda.
U. UNESA. Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, HC Energía y Eon España.
S. Soria, José Manuel. Ministro de Industria.
Luces en el Circo de la Navidad es la expresión amable del espectáculo protagonizado por las autoridades legislativas y eléctricas en el último mes, colofón de lo que ya se sabía. El Tribunal Supremo dictó, sin posibilidad de recurso, que las empresas eléctricas debían asumir el déficit de tarifa. 3.600 millones de euros en 2013 que escuecen a M.U.S. Las eléctricas no los quieren en sus balances, Hacienda no desea contabilizarlos en los Presupuestos Generales del Estado e Industria ha ido deambulando de un extremo a otro. A lo largo de 2013 el ministro Soria ha afirmado que no habría déficit de tarifa, luego ha dicho que sí. Aseguró que las eléctricas deberían asumirlo, más tarde que podían contar con el Estado. Se habló del aval público, de la titulación de la deuda…
Y en este vertiginoso juego de trapecistas los artistas han intercambiado sus papeles. Hoy portador, mañana artífice de la pirueta. ¿Quién estaba capacitado para qué? No era trascendente porque volaban con red, el público. Los ciudadanos que amortiguarían su caída sin importar el peso que se les precipitase encima. Los saltos mortales se han sucedido mientras el “señor Mercado”, ese temido ser abstracto, se regocijaba en la fluctuación. En euros. El 25 de noviembre el precio medio de la electricidad en el mercado diario era de 40,65 €/MWh y subiendo. El día 8 de diciembre alcanzó 93,11 €/MWh y en esos rangos llegó al día 18 de diciembre (91,89 €/MWh), justo la víspera de la subasta que fija el precio de la electricidad para los tres meses siguientes.
Trapecio, trapecistas, tramoyas y lentejuelas cayeron sobre la red, sobre los ciudadanos que vieron precipitarse sobre sus bolsillos una subasta eléctrica con alzas del 25,6% lo que significaría una subida del 11% en el recibo de la luz a partir del 1 de enero. Eran las últimas víctimas, y cuando las hay aparece el salvador. S se incorporó, ocupó de nuevo el centro de la pista, y pasó de ser parte del problema a solución denunciando la subasta (U y sus cinco cabezas se habían pasado de frenada) y afirmado que “las eléctricas solían hacer el BOE, pero eso se acabó”. Por eso habría que agradecer que en enero la luz suba un 2,3%, si el sarcasmo aún no es delito.
El público no sabe si admirar la capacidad de adaptación de algunos (problema, juez y solución en el mismo acto) o rechazar por sobreactuación al caballero de capa y espada. Hay de todo. Desaliento por la manifiesta incapacidad para solventar un problema que los ciudadanos pagan sin tener nada que ver en su génesis. Denuncias contra las eléctricas ante el Fiscal General del Estado por presuntos delitos de maquinación para alterar el precio de las cosas y el de subastas y concursos públicos (Iniciativa per Catalunya – Verds) o contra el gobierno ante la Comisión Europea por presunto incumplimiento de la directiva sobre electricidad (Facua-Consumidores en Acción). E iniciativas de futuro como un compromiso electoral rotundo: derogar la Ley de Reforma del Sector Eléctrico aprobada por el Partido Popular. Lo han firmado todos los partidos políticos de la oposición (excepto PNV, CiU y UPN) gracias al empujón de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético. Se acepta la idea a pesar de que alguno de los firmantes sea corresponsable del actual estropicio por la falta de valentía a la hora de afrontar cambios (incluso legislando PSOE-reatroactividades) para la puesta en funcionamiento de un modelo energético diferente al actual.
Lo cierto es que la “Luz del Circo de la Navidad” es opaca porque hasta la carpa se ha caído sobre los ciudadanos ocultando hasta la más pequeña rendija de claridad. La función cada vez es más cara, inquietante e insufrible. Me perdonen los circenses, que seguro también tributan al 21% hasta la comida de los animales. ¡Pasen y vean a las fieras que todo lo engullen!
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