Tenacidad no se le puede negar. Testarudez desbordante. Tesón que ahoga. Y tenacidad-testarudez-tesón en tal grado, con tanta intensidad, como para convertir la virtud semántica en dolor ajeno. Hablo del legislador con orejeras, de cuero tupido. Visión lateral cero. ¡Qué alivio!, libre de las molestias que se producen en la periferia gobernada. Sólo una visión frontal del horizonte, turbada por distracciones interesadas.
¿Y qué pasa cuando el legislador dice no? Esa fue la pregunta que planteé durante la presentación de las conclusiones de la V Edición de los Diálogos de la Granja, un foro de análisis, reflexión e intercambio de inteligencia que en esta ocasión se había planteado “Crecimiento: ¿se puede crecer sin crecer?”, organizado por Quiero Salvar el Mundo Haciendo Marketing.
Tal vez un nuevo modelo de crecimiento es posible en un contexto social globalizado en el que las personas son más poderosas como clientes que como ciudadanos, las empresas han ganado poder frente a los Estados y la economía colaborativa surge como camino para cubrir las necesidades que ni empresas ni instituciones satisfacen. Es en este punto donde los “poderes” chirrían enfrentados: el del Estado que no quiere perder el control, el de la empresa que desea continuar creciendo, y el del ciudadano que anhela deshacerse de presiones y fluctuaciones macro que no entiende, pero que condicionan con crueldad hasta las necesidades más íntimas.
“¿Es sostenible y deseable un crecimiento ilimitado, o es una patología del sistema? ¿Puede haber bienestar, empleo, riqueza, sin que haya un crecimiento significativo del PIB?” Sabios tiene la economía… Desde el mundanal vatio se otean líneas paralelas que se desperezan, se mueven buscando un punto de encuentro.
Vicent Rosso, cofundador de BlaBlaCar (empresa dedicada a poner en contacto a conductores y pasajeros para compartir coche y trayecto) defiende la economía colaborativa, y afirma que las personas y la confianza que éstas generan son el motor del crecimiento, la moneda de cambio que permitirá crear nuevos modelos productivos. Francisco Hortigüela, director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Ciudadanía Corporativa en Samsung, considera que el consumidor debe ser incorporado a la cadena de valor desde el principio y que las grandes empresas deben tener en cuenta el consumo colaborativo.
Las líneas se aproximan, pero ¿qué pasa con el legislador siempre entretenido con el ritual del despacho? (sus orejeras). La política energética de España ejemplifica que no le gusta la economía colaborativa y que es capaz de embestirla a golpe de fracking, retroactivo incluso. No hay acuerdo que valga, ni regla del juego que se resista a la fractura de alta presión del BOE. Es lo que ha sucedido con la energía fotovoltaica. Muchos pequeños inversores (de vatio, más que de kilovatio) se unieron en busca de una alternativa energética, y les dejaron hacer hasta que sumaron un número que al legislador no gustó. Entonces, sin piedad, no solo cercenó las alas de cualquier futuro osado, sino que recortó las que se habían ganado los pioneros al cumplir el catálogo de reglas que les impusieron. Retroactividad. Esa es la palabrota con la que el legislador dijo NO, incumpliendo la palabra oficializada en su propio boletín oficial.
El asunto fotovoltaico es uno, pero no el único que muestra con claridad que los esfuerzos de una industria por avanzar y de los ciudadanos por ser partícipe de ella se han truncado porque el legislador siempre dice NO, si se valida esta generalización cada vez más cercana a la realidad empírica. El legislador, demócrata él, siente temor ante cambios como que el ciudadano sea productor y gestor de su propia energía, y por eso responde a golpe de multa disfrazada de “impuesto al Sol”, que no es otra cosa que gravar y agravar el bolsillo a modo de disuasión. Y si algún atrevido se desmadra, sanción, de hasta 60 millones de euros.
Lo desconocido asusta, por eso debe gestionarse con talento y tiento, mirando más allá del antifaz de cuero, observando los alrededores igual se descubre que lo ignorado es la respuesta correcta para las necesidades colectivas. ¿Será esa la dificultad por la que el legislador siempre dice NO?
A día de hoy el único contento es, con seguridad y justicia, el presidente mundial de Volkswagen, Martin Winterkorn, que ha recibido del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, instituida por el rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815. Entre los premiados, de este año y de otros, ningún investigador o tecnólogo que merezca mención por imaginar, crear y desarrollar sistemas de producción de energía limpios, inagotables y accesibles para la poblac