Allanar, eso ha hecho una compañía eléctrica con el contador de mi casa. Allanar, en la acepción de despreciar a alguien (a quien paga la factura, para que no haya equívocos). Con la soberbia altiva del que va de sobrado por la vida; modo y manera aprendidos, tal vez, de la compañía para la que trabaja o subcontrata, que no dispongo del dato.
Probablemente esta historia no es excepcional, pero merece ser contada porque su devenir recoge la esencia prepotente de quienes se sienten tan poderosos, únicos y oligopólicos como para cortar el suministro de luz de una familia sin recursos. En 2012 se ejecutaron 1 millón 400 mil desconexiones. En 2013, Iberdrola, la única compañía que ha publicado los datos de ese periodo, cortó los cables en más de 578.000 hogares, por impago. Pero esa es otra historia.
El usuario, en este caso quien firma, delinquió al decidir cambiar de comercializadora de la luz y solicitar bajada de potencia y discriminación horaria. Y volvió a hacerlo al desechar las proposiciones de las “unesas” (como un antisistema cualquiera) y optar por quien certifica el origen exclusivamente renovable de la electricidad que comercializa.
Pocos días después, un trabajador de la compañía, así se identificó, llamó por teléfono, argumentó que estaba por la zona y un cuarto de hora después quitó el limitador de potencia y enchufó el nuevo a los cables. ¿Y el contador? Ante preguntas tan capciosas como ¿se puede comprobar el consumo en valle y punta?, titubeos en la respuesta y la confesión de que habría que ponerlo a funcionar más tarde de forma remota porque se “había caído el programa” (no sé ni cuál ni a dónde), sugiero que dejen el limitador nuevo y se cambie el contador cuándo se aclaren dudas y telemática. “No es posible. La orden de trabajo dice que hay que cambiar las dos cosas”. Pues respetemos la orden. Desmontar y hasta la próxima.
La próxima no tardó, pero fue inesperada y abrupta. Once días después, a las 9 y 28 minutos de la mañana, por ser exactos, la luz se cortó con descomunal cabreo de quien se estaba duchando. La caldera sin electricidad tornó el agua caliente en fría en pleno mes de marzo. Una vez subido el automático y repuesto el suministro la única apreciación inusual es la de un coche blanco aparcado frente al contador de la luz (empotrado en la valla de una vivienda unifamiliar) y un señor que escribe en un papel. Segundos después arranca y se va.
¿Habrán cambiado el contador de la luz sin avisar? No puede ser, pienso, pero lo compruebo. Efectivamente blanco, nuevo y reluciente, con aspecto de inteligente, aunque no lo sea. Llamo a la compañía, pregunto y me confirman que hace unos minutos han bajado la potencia y han instalado un contador con discriminación horaria. Nuevo estatus sin sentirlo, salvo por la ducha de agua fría. Felicidades. Qué fácil y que grosero, propio de quien actúa como le da la gana porque nadie le pone freno.
Las explicaciones ante lo ocurrido son como las historias del maestro Gila. “¿Es la fábrica de cañones? Que me los han mandado sin agujero para que salga la bala”. La persona de la compañía que me atiende me asegura que “no hay obligación de avisar al cliente”.
- ¿Por qué entonces la primera vez sí llamaron?, ante esta pregunta sugiere que hay personas más o menos educadas.
- ¿Y cómo leo en el nuevo contador la energía consumida en valle y en punta? “Pulsando los botones del visor”.
- ¿Qué botones? “Creo que el…, le han puesto un contador de la marca X (por no publicitar gratis) con este número de serie. Búsquelo en Internet y encontrará las instrucciones”.
- ¿Alguien puede venir a explicarme el funcionamiento? “No, es imposible”.
- ¿Y si quiero tener un contador en propiedad y no el alquilado? “Tendría que concertar una cita con el técnico para que cortase los precintos y en ese mismo momento un electricista privado, que pagaría usted, conectaría el nuevo”.
El diálogo se comenta por sí solo.
Por precisar. La afirmación de que no tienen obligación de avisar es discutible a entender de la CEACCU. Esta organización de consumidores considera que “las compañías eléctricas distribuidoras están obligadas a avisarte con antelación para el cambio de contador. En primer lugar porque tienes derecho a estar presente y en segundo para comprobar que la última lectura del viejo contador se realiza correctamente”. El parecer del ministerio de Industria lo desconozco. La consulta fue realizada, pero sin respuesta. Probablemente no insistí lo necesario.
Para rematar la faena, el operario fantasma hizo lo mismo, el mismo día en la misma calle en otro contador que dista unos 50 metros del primero. En este caso la propietaria le pilló y le afeó su conducta, así como el corte de luz sufrido. El individuo le dijo que era muy extraño, que para cambiar el contador no hay que cortar la luz. Igual es así, pero yo lo haría por evitar electrocuciones.
Y así me encuentro. Con un contador incapaz de leer y discriminar cada hora el precio de la luz, según ha dispuesto el ministro de Industria, José Manuel Soria, y consciente de que la última lectura del contador de la luz viejo es un acto de fe para mí, por ausencia forzosa.
Sí, he dejado para el final el nombre de la compañía por tensión dramática. No es difícil, hay 1 posibilidad de acertar entre 5. Es Iberdrola, la misma cuyo máximo mandatario, Ignacio Sánchez Galán, pide públicamente un rescate europeo, como el de la banca, para solventar el déficit de tarifa. ¿Ese déficit que es un acto de fe? Lo primero ¿no sería realizar una auditoría energética? ¡Qué locura!
- “No lo dudes, Sancho —replicó don Quijote—, porque del mesmo modo y por los mesmos pasos que esto he contado suben y han subido los caballeros andantes a ser reyes y emperadores”.
