Existe un consenso unánime sobre la necesidad de luchar contra los efectos del cambio climático. Reducir las emisiones de gases contaminantes es clave para conseguir este fundamental objetivo a medio plazo, pero existe un efecto más inmediato asociado a la reducción de emisiones y no es otro que la mejora de la calidad del aire de las ciudades.
En países como China, este objetivo se ha convertido en algo prioritario y se han propuesto que parte de la solución pase por el autoconsumo. Llenar de paneles fotovoltaicos las cubiertas de los edificios de las megaciudades chinas, no es cualquier cosa y permite a las empresas y a los ciudadanos incluso ingresar dinero con la venta de energía excedente.
Según Bloomberg, aproximadamente uno de cada cinco paneles fotovoltaicos que se instalaron en el mundo en 2022, acabó en un tejado chino, lo que sitúa al país asiático como el de mayor potencia instalada de autoconsumo en el mundo. La segunda posición está ocupada por EEUU, a quien China le disputa la hegemonía económica mundial.
Quizás podamos descubrir alguna correlación entre el crecimiento económico y la expansión de las energías renovables, porque el tercer país detrás de EEUU es India, donde una deficiente red de transporte y distribución impide el desarrollo del vehículo eléctrico, pero hace que la generación distribuida que proporciona el autoconsumo resuelva muchos de los problemas de garantía de suministro en su sistema eléctrico.
Siguen por supuesto apostando en China por las grandes plantas solares y los parques eólicos, además de por el carbón o el gas como principales fuentes de energía, pero es una esperanza que para 2060, Xi persiga el objetivo de ser “Carbon Neutral” en 2060. Sí, ya sé que el objetivo podría ser más ambicioso por la urgencia climática, pero es algo que no podemos cambiar y que podría ser peor.
Y es que no hay economía que se resista a las bondades del autoconsumo, que está, además, llamado a facilitar el acceso a la electricidad a los 950 millones de personas, más de una décima parte de la población mundial, que hoy alcanzan a disfrutar de sus ventajas.
España se sitúa, de nuevo según Bloomberg NEF, sexto en el ranking mundial después de Alemania y por delante de la también soleada Polonia. Dado nuestro nivel de radiación, es evidente que tenemos un amplísimo margen de mejora y mucho futuro por delante para una industria en la que podemos ser fuertes en Europa.
En nuestro país, el ritmo de instalación de sistemas de autoconsumo ha disminuido en el último trimestre, generando cierta inquietud en el sector, que compara la situación con los meses anteriores, donde la demanda venía espoleada por los altísimos precios del mercado mayorista. Personalmente, prefiero los ritmos de crecimiento sostenidos y sostenibles en el tiempo a los picos que solo generan problemas de suministro a los instaladores y malas experiencias a los consumidores.
La extensión de la excepción ibérica deja patente la incertidumbre que se va a mantener a corto plazo sobre los precios internacionales del gas, y de forma distorsionada puede contribuir a que los consumidores dejen de ver el autoconsumo como una medida de ahorro energético; pero como he dicho tantas veces, la eficiencia debe mirarse a través de unas gafas progresivas que nos permitan divisar el hoy y el mañana. Además, una hipotética reforma de los mercados en Europa, no parece que pueda llegar a tiempo para resolver los problemas de 2023 y difícilmente los de 2024.
En cambio, los que de forma ágil optaron por el autoconsumo antes del rally alcista de precios de la electricidad, o los que reaccionaron a tiempo, han visto cómo su decisión ha sido el mejor refugio contra la volatilidad y podrán amortizar sus inversiones en un periodo de tiempo verdaderamente breve.
Si al anuncio de la subida de los tipos de interés todos corrimos hacia las hipotecas de tipo fijo, es natural que ahora todos queramos asegurarnos el precio de la energía cuando esperamos que los precios se mantengan altos en el tiempo. Convertirse en autoconsumidor es una elección inteligente y con horizonte de largo plazo que siempre supondrá un acierto.