En el análisis de la Cumbre de París sobre Cambio Climático que realizó La Oficina de Javier García Breva, se destacaba que lo decisivo sería el impulso a la inversión renovable en China y EEUU. Para la política energética española es mucho más importante lo que está sucediendo en EEUU porque deja en evidencia las medidas que se han adoptado contra las renovables y el ahorro de energía.
En 2015 se instalaron 8,5 GW eólicos en EEUU y acumula 70 GW de potencia eólica. La fotovoltaica creció 7,3 GW y espera añadir otros 15 GW en 2016 y superar los 40 GW instalados. La inmensa mayoría de las nuevas instalaciones solares se hacen en viviendas y con balance neto. Según Bloomberg New Energy Finance, las emisiones de CO2 se han reducido a niveles de mediados de los noventa y el empleo en el sector renovable supera al creado en el sector petrolero.
La ciudad de Nueva York se ha propuesto para 2020 la cifra de 150.000 instalaciones de autoconsumo fotovoltaico en hogares y empresas para combatir el cambio climático. El Estado de Nueva York ha desarrollado una estrategia integral de la energía con el reto de alcanzar el objetivo de 50% de energía renovable para el año 2030 y la creación de un fondo de energía limpia de 5.000 millones para ahorrar energía y reducir el consumo de combustibles fósiles.
La reforma energética y el plan 50 por 30 del Estado de Nueva York destacan por:
• Un cambio de los modelos de negocio energético convencionales pensados para el consumo centralizado de energía.
• Creación de un mercado de energía distribuida a partir de la complementariedad de la energía eólica y solar.
• Orientación de la política energética hacia el consumidor, la gestión de la demanda y la eficiencia energética de edificios.
Los pasos que se están dando en EEUU confirman lo que tantas veces hemos afirmado de las directivas europeas: la iniciativa de la transición energética parte de lo local. El cambio fundamental es la generación distribuida y la aproximación de la generación al consumo. El primer escenario lo constituyen las ciudades.
Las competencias de las corporaciones locales en edificación, urbanismo y movilidad hacen que se pueda plantear una iniciativa municipal fuerte dirigida a que la energía limpia sea una condición del desarrollo urbano y de la calidad de vida. Se trata de cumplir el objetivo de la Estrategia Europea 2020 que basa el liderazgo tecnológico en la generación descentralizada con renovables y almacenamiento para proveer a las ciudades de soluciones que ahorren energía masivamente.
Los nuevos modelos de negocio energético (N2E) comienzan por las ciudades y su mejor expresión son el autoconsumo con almacenamiento para los edificios, los contadores inteligentes al servicio e interacción de los consumidores y el vehículo eléctrico. Es el principal cambio tecnológico de este siglo.