Según el premio Nobel de economía Joseph E. Stiglitz, la creación de renta es lo opuesto a la creación de riqueza. La búsqueda de rentas se contrapone a la riqueza de una nación, que ha de estar fundamentada en mercados con competencia, innovación, seguridad jurídica y mayor equidad en los ingresos. En la medida en que las renovables no se orienten hacia un modelo rentista y lo hagan hacia la creación de riqueza, por su aproximación a los consumidores, la innovación y el desarrollo local, se superará el reto de una salida verde a la recesión.
Las crisis de demanda de 2008 y 2020
La recesión de 2008 obvió el análisis de la demanda y culpabilizó a las renovables de la pérdida de ingresos y de los déficits del sistema eléctrico y gasista; obvió el análisis de los costes reales del sistema y, sin auditarlos, se dieron por buenos los costes reconocidos a eléctricas y gasistas que se beneficiaron del tercer rescate de su historia, después de la moratoria nuclear de 1984 y de los costes de transición a la competencia de 1998. A partir de 2010 se arruinó y paralizó el sector renovable y se aplicó el negacionismo climático. Con la energía más cara y contaminante, los ricos se hicieron mas ricos y los pobres mas pobres.
En 2020 se sigue obviando el análisis de la demanda y, como en 2008, una parte estructural de su caída nunca se recuperará porque los hábitos y las tecnologías seguirán cambiando. Existe una nueva oportunidad de que la oferta de energía se adapte a la demanda y así como en 2010 se aliaron el negacionismo renovable y climático para seguir derrochando energía fósil, ahora se debe apostar por avanzar en los objetivos de renovables, eficiencia y emisiones con una regulación a favor del consumidor activo, como centro de la transición ecológica y justa, y una regulación ambiental que proteja la biodiversidad y la salud como derechos fundamentales.
En 2010 la gestión que la Unión Europea hizo de la crisis antepuso la economía a las personas y empobreció a millones de familias. En 2020 sigue igual y la parálisis de sus instituciones revela la misma fractura norte-sur de entonces. La contraposición entre la economía y las personas es la misma que se produce entre la economía y la sanidad o el medioambiente. En la política energética se ha antepuesto el interés de las grandes corporaciones al de los consumidores, la biodiversidad, la salud o el medioambiente. La alternativa es la economía sostenible con renovables Km0 de proximidad y gestión de la demanda.
¿Cómo afecta la caída de la demanda energética?
La caída del consumo y de los precios de la energía ha llevado a una pérdida de rentabilidad del modelo centralizado de grandes plantas de generación, incluidas las renovables, que dependen de incrementos constantes del consumo. Ese modelo ha dejado de ser viable desde que la demanda se mantiene al mismo nivel de hace una década, con tendencia a la baja. La consecuencia es que la regulación obliga a los consumidores a pagar los déficits del sistema, independientemente de su causa, para que las energéticas puedan pagar los dividendos prometidos a sus accionistas a costa del empobrecimiento de los consumidores.
La caída estructural de la demanda obliga a modificar el modelo energético. Si hasta ahora los consumidores pagaban para hacer rentable la oferta de generación centralizada, a partir de ahora los consumidores utilizarán las tecnologías de gestión de la demanda para generar, almacenar, usar y vender su propia energía renovable en los centros de consumo. El nuevo modelo energético no depende del mayor consumo sino de la mayor eficiencia.
Cuanto más eficiente más rentable y las empresas venderán servicios energéticos antes que energía. Es el modelo de las directivas europeas de renovables, edificios y mercado interior de la electricidad, aún sin trasponer en España.
¿Por qué más energías renovables?
• El error de la dependencia energética de terceros países es el mismo de no disponer de mascarillas sanitarias. Un país con energía es un país con futuro y las energías renovables son el primer recurso energético de España, el que más riqueza puede crear en nuestro país, y la generación distribuida y de proximidad la que mejor puede redistribuir esa riqueza.
• Hacer renovables para obtener beneficios financieros, incluso con la garantía del Estado, es el modelo rentista de renovables a evitar. Las renovables a gran escala conectadas a la red como producto financiero o para grandes inversores, mayoritariamente extranjeros, no crean riqueza sino rentas, sin beneficio alguno para los consumidores o el sistema eléctrico. El modelo de renovables que crea riqueza es el que está vinculado directamente a los centros de consumo y a lo que Joseph E. Stiglitz denomina “capital social”, al desarrollo económico local.
• Las emisiones de GEI siguen y seguirán creciendo. El confinamiento es un espejismo con respecto al descenso de las emisiones. Es necesario un esfuerzo mucho mayor para cumplir el Acuerdo de París y el objetivo de descarbonización. En un mercado energético sin competencia es difícil que los consumidores cambien sus hábitos; por el contrario, en un modelo de autoconsumo y generación de proximidad es posible alcanzar objetivos mayores de reducción de emisiones porque son más eficientes y se gestionan por las pequeñas economías.
• La pobreza energética es la combinación de bajos ingresos, elevados gastos energéticos y viviendas poco eficientes. La autosuficiencia energética del edificio de consumo de energía casi nulo, con autoconsumo, renovables, aplicaciones inteligentes y puntos de recarga para el vehículo eléctrico (VE) y la rehabilitación del parque inmobiliario es la acción más decisiva contra la pobreza energética, la movilidad eléctrica y la calidad del aire.
• La fotovoltaica está llamada a ser la primera fuente de energía mundial. Su carácter modulable la convierte en la renovable de proximidad por excelencia para todos los usos y garantiza el acceso a la energía barata y limpia. En el futuro, los mercados estarán dominados por la fotovoltaica con almacenamiento en baja tensión combinada con los recursos energéticos distribuidos (autoconsumo, comunidades de energías renovables, aplicaciones y contadores inteligentes, carga del VE, microrredes y agregadores).
• Las ciudades y los entornos rurales son el escenario de la transición energética y de la generación distribuida. En el foco de la pandemia en EEUU, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunció en febrero el fin del uso de los combustibles fósiles, incluido el gas, para 2040, duplicar la fotovoltaica, 100% de VE y ninguna calefacción con energía fósil. El gobernador del Estado, Andrew Como, ha lanzado en abril la “Ley Acelerada de Crecimiento de Energía Renovable y Beneficios Comunitarios” para la recuperación económica y combatir el cambio climático.
• El éxito del Plan Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC) no depende de hacer 59 GW de energías renovables, algo para lo que las grandes eléctricas y petroleras están preparadas. El éxito o fracaso del PNIEC depende de que se desarrolle la generación distribuida o de proximidad Km0 y la gestión de la demanda en sectores como la edificación, el transporte, la industria y la agricultura. Para eso España no está preparada, ni cuenta con planes ni regulación adecuados.
En palabras de Joseph E. Stiglitz, “esta no es una época de cambios graduales sino de cambios fundamentales y drásticos”. Transformar el modelo energético es la mejor respuesta a la crisis para recuperar la economía y combatir el cambio climático; y pasa por tomar la decisión de integrar nuevos elementos en el sistema energético, como el consumidor o cliente activo, las comunidades ciudadanas de energías renovables, el autoconsumo y almacenamiento en baja tensión, la carga inteligente del VE, agregadores y el edificio de consumo de energía casi nulo.
Porque ya son derechos de los consumidores.
Este artículo se publió primero en La Oficina de JGB