Javier García Breva
Director general de SOLYNOVA ENERGIA
jgarciabreva@solynova.com
En el primer semestre de 2009 las energías renovables (ER) cubrieron el 29% de la demanda eléctrica; la eólica el 11% y, en agosto, la fotovoltaica el 4%. Las ER han reducido un 36% las emisiones de CO2 del sector eléctrico en comparación con 2005 y su crecimiento ha reducido el precio de la electricidad un 34,5% comparado con el primer semestre de 2008.
España es el tercer líder mundial en eólica y las empresas españolas han instalado tantos megavatios aquí como en el extranjero. En 2008 hemos sido el primer país del mundo en potencia instalada de fotovoltaica y somos líderes en tecnología de concentración. También somos el país líder en termosolar con la mejor tecnología mundial. Somos el país del mundo que más renovales ha integrado en el sistema eléctrico.
El sector de las ER es el más internacionalizado de la economía española y nuestra industria exporta a todo el mundo. El sector invierte en I+D seis veces más que la media de las empresas españolas, lo que garantiza su mayor margen de reducción de costes, su competitividad y su capacidad para cambiar el actual modelo energético, alto en carbono, en muy pocos años. Las ER son el sector empresarial más dinámico, por creación de nuevas empresas y empleos, innovador, al introducir nuevas tecnologías en los procesos productivos, y en el que la productividad por trabajador es más alta. Si hoy todas las fuentes de energía internalizaran sus costes, las renovables serían competitivas. Por ello, son el sector mejor situado para cambiar la especialización productiva de nuestro modelo de crecimiento.
Las ER son la tecnología que más emisiones de CO2 ha evitado y la más eficaz para cumplir nuestros compromisos de reducción de emisiones. Son la tecnología más eficaz para reducir nuestra dependencia de las importaciones de gas y petróleo; por eso mejoran la
renta nacional, reduciendo el déficit comercial, y la renta disponible ya que el consumo de hidrocarburos, por importaciones energéticas y emisiones de CO2, cuestan a los ciudadanos españoles veinte veces más que el coste de las primas de las renovables. Las ER son la
única fuente autóctona, limpia e ilimitada que posee España y por ello, el mejor instrumento para afrontar la lucha contra el cambio climático y las futuras crisis de suministro.
Alcanzar el 20% de consumo de renovables en 2020 supondría para España la creación de medio millón de empleos que se podrían duplicar si se avanza en la integración de las renovables en la edificación y el transporte, constituyendo el más importante yacimiento de
empleo para la próxima década y un factor clave de desarrollo regional; por ello son imprescindibles en cualquier plan de reactivación económica, para el cambio de modelo energético y para las políticas de ahorro de energía.
Ante la cumbre del cambio climático de Copenhague estas deberían ser nuestras credenciales, pero el Ministerio de Industria ha dejado escrito en el Boletín Oficial del Estado que las ER son un grave riesgo para el sistema a corto plazo con la intención de que en España se hagan las menos renovables posibles. Y mientras España sigue anclada en una política contradictoria, de intereses a corto plazo, sin definir una estrategia energética a largo plazo, el mundo camina veloz hacia un cambio de modelo energético. Ese cambio supone creer más en el esfuerzo colectivo que nos ha proporcionado estas buenas noticias, porque representa el progreso y la preservación del planeta y esa ansiada coherencia que, sin duda, sí merece la pena ser vivida.
