La paradoja del cambio climático (ER 58)

Javier García Breva
Director general de SOLYNOVA ENERGIA
jgarciabreva@solynova.com

A finales de enero tuvo lugar el Foro de Davos de donde las multinacionales del petróleo salieron eufóricas mientras la OPEP volvía a estabilizar el precio del barril por encima de los 60 dólares. Ellas, las petroleras, van a ser las grandes beneficiadas por el cambio climático; suena mal pero es así: el cambio climático a su vez acelera el cambio climático. El deshielo del Artico va a elevar la oferta de hidrocarburos con la explotación de los grandes yacimientos del mar de Barents, accesibles ahora por la subida de las temperaturas, con lo que el cambio climático se acelerará. Por otro lado, ese deshielo disminuirá la salinidad en la capa superficial de los océanos, bajando con ello su capacidad de absorber CO2.

En este escenario, el acuerdo del Consejo Europeo de 9 de marzo para que el 20% del consumo de energía en 2020 sea obligatoriamente de origen renovable es oportuno pero insuficiente. El fracaso de la Constitución Europea, que proponía que la energía se incluyera entre las políticas comunitarias, hace que el cumplimiento de este objetivo deba ser negociado con cada estado miembro, con lo que aún queda por ver la voluntad de los gobiernos. De hecho, el objetivo del 20% ya lo propuso la Comisión Europea en la cumbre mundial de renovables celebrada en Bonn en 2004 y ningún gobierno entonces le prestó una mínima atención. Y si no hay voluntad de los gobiernos el objetivo va a ser inalcanzable.

Para España esta paradoja tiene otra lectura y es que siendo uno de los países mejor situados para cumplir el objetivo del 20% de renovables en 2020, seguimos aferrados a un modelo de crecimiento económico basado en el consumo de hidrocarburos y en el que es difícil encontrar una valoración positiva de las externalidades de las renovables. Ya es sabido que el cambio climático tiene un elevado coste económico, pues bien, las energías renovables son la única fuente autóctona de energía que recupera sus costes sólo con el ahorro de las importaciones de petróleo y de emisiones de CO2 que produce su consumo. Si añadimos los impactos positivos en la conservación del medio ambiente, la eficiencia energética o el desarrollo industrial y tecnológico, las renovables son un instrumento imprescindible para una economía sostenible.

El informe que la Comisión Nacional de Energía emitió sobre el borrador del nuevo Decreto que va a regular la retribución de las energías renovables ha marcado un hito en la historia de las renovables al valorar sin ningún género de dudas el éxito del sistema de primas que ha situado a España a la cabeza mundial en algunas tecnologías como la eólica y la solar. Este informe debería ser una guía de futuro para el regulador porque se basa en el criterio acertado de alcanzar los objetivos de mayor consumo de renovables minimizando la incertidumbre regulatoria.

Es urgente, pues, definir criterios porque todos los indicadores nos dicen lo difícil que va a ser para España cambiar un modelo de economía basado en incrementos del PIB con derroche de hidrocarburos e ineficiencia energética. Cumplir el 20% de renovables, el 20% de ahorro de energía y el 20% de ahorro de emisiones para 2020, exige otra política económica y otro modelo energético y de eso el Consejo Europeo no ha dicho nada.

Antes de que suenen las alarmas en la sociedad española se debería debatir esa nueva estrategia energética sostenible, sin subterfugios, y evitar una situación que puede llegar y que es la peor para cualquier actividad económica: la incertidumbre energética.

javier garcía breva

La paradoja del cambio climático (ER 58)