El libro póstumo del sociólogo alemán Ulrich Beck, “La metamorfosis del mundo”, es un intento de explicar, a partir del fracaso de las políticas de los estados nacionales, cómo el cambio climático nos obliga a comprender el mundo con una visión cosmopolita para entender cómo se está transformando en algo completamente distinto. Entender esta metamorfosis climática es lo que garantizará el éxito de cualquier acción para el futuro.
Es en las ciudades donde mejor se perciben los desafíos globales, porque es donde antes afectan a la vida cotidiana y a la política. Serán las ciudades y los municipios quienes mejor los resuelvan por su mayor proximidad a los problemas y no el abstracto espacio en el que los arrinconan las políticas nacionales.
La energía es lo que transforma el mundo
La energía no solo es un bien básico y esencial; la energía es lo que transforma el mundo a lo largo de la historia. La energía está detrás de la metamorfosis del mundo, como los nuevos usos de la energía están transformando las ciudades en un proceso de metamorfosis urbana que ofrece otra forma de vivir y estar en el mundo.
La contradicción entre la visión cosmopolita, la que se abre al mundo, y la práctica de los estados nacionales está presente en el conflicto entre las instituciones europeas. Ulrich Beck analiza como guiones distintos la posición de la Comisión y el Parlamento frente a la del Consejo Europeo. El conflicto, que se abrió con respecto a las propuestas de la Comisión Europea sobre refugiados y la creación de un Fondo Monetario Europeo, se ha repetido en el Consejo de ministros de energía, celebrado el pasado mes de diciembre, en el que las políticas energéticas de los estados miembros pretenden reducir a la nada los objetivos de energía y clima propuestos por el Parlamento Europeo para 2030.
La visión supranacional de Europa que defienden el Parlamento y la Comisión choca con la propuesta renacionalizadora de las políticas europeas que defienden sus estados miembros. Esa misma contradicción se produce entre el Estado – nación y los Ayuntamientos en la comprensión de los problemas globales, como la contaminación atmosférica, el empleo, el transporte, el urbanismo o la generación descentralizada.
Las ciudades se han convertido en todo el mundo en actores específicos en la lucha contra el cambio climático y en los nuevos usos de la energía frente a unas políticas nacionales presas de los intereses que defienden los combustibles fósiles y la insolidaridad intergeneracional.
Frente a la dialéctica nacional, que solo distingue entre aliados y enemigos, se impone el razonamiento y la colaboración como fundamento de las ciudades para llevar adelante la metamorfosis del espacio urbano. La visión cosmopolita de Ulrich Beck le lleva a afirmar que “las ciudades del mundo sobresalen en el océano de la política nacional conservadora”. O que “el reverdecimiento del capitalismo comienza por las ciudades”.
El cambio climático y las ciudades
El cambio climático altera la visión etnocéntrica de pensar el mundo; por el contrario, la visión cosmopolita es la que proporcionará el éxito de las acciones locales:
• La economía se desarrolla por la especialización y la competencia entre ciudades.
• Las ciudades atraen más fácilmente el talento por su mejor comprensión de los problemas concretos y las capacidades necesarias para abordarlos.
• El poder se desplaza desde lo nacional hacia lo local y avanza mediante la gestión de abajo arriba de la ordenación del territorio. El pragmatismo y la participación ciudadana corrigen el déficit democrático de las instituciones.
El compromiso de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es una prioridad en las ciudades, pero no así en las políticas nacionales. La conferencia de 250 alcaldes de EEUU, celebrada en Miami en 2017 para reafirmar su apoyo al Acuerdo del Clima de París y a un modelo energético 100% renovable frente al negacionismo de la administración Trump, o la red C40 de 91 ciudades, Madrid y Barcelona entre ellas, creada en 2005 por el alcalde de Londres, Ken Livingstone, para luchar contra el cambio climático ante la ausencia del debate en el seno del G20, demuestra cómo los alcaldes de las grandes ciudades son quienes lideran la lucha contra el cambio climático.
El nuevo modelo energético es principalmente descentralizado y urbano. La generación descentralizada transforma a los consumidores en ciudadanos activos que participan directamente en la gestión de la demanda energética a través de nuevos derechos de ciudadanía como son generar, almacenar, usar y vender su propia energía renovable.
Las directivas del “Paquete de invierno”, que se debaten ahora en las instituciones europeas, reconocen estos nuevos derechos y establecen el liderazgo de los ayuntamientos para cumplir en 2030 los objetivos de reducción de emisiones y renovables a través del Pacto de Alcaldes, como primeros actores del progreso de la eficiencia energética.
Frente a los estados miembros de la Unión Europea, que siguen defendiendo la energía centralizada y un modelo urbano que antepone el beneficio económico a cualquier otro objetivo, las ciudades son pioneras en encontrar respuestas a los riesgos del cambio climático introduciendo en la ordenación del territorio nuevos valores, como la eliminación de las emisiones contaminantes.
Como afirmó Ulrich Beck, “las ciudades constituyen nuevos espacios de esperanza climática: ninguna otra forma de organización está mejor preparada para manejar, inventar o implementar las nuevas y ubicuas estructuras de la toma de decisiones políticas para el siglo XXI”.
Este artículo se publicó originalmente en la Oficina de JGB