hidrógeno

H2. El análisis de Javier García Breva

La fantasía del hidrógeno la pagarán los consumidores

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Como un “déjà vu”. Así se podría resumir la jornada “Hidrógeno Renovable: Una Oportunidad para España” que el presidente de Gobierno, acompañado de cuatro ministros, abrió el pasado 19 de noviembre. La historia se repite y cuesta distinguir los planes del Gobierno del marketing reputacional desplegado por las corporaciones energéticas para presentar sus multimillonarias inversiones de hidrógeno verde compitiendo por los fondos del Next Generation UE; pero con tal falta de análisis de costes y beneficios que ni la bolsa ha reaccionado. El hidrógeno verde, producido con renovables, tiene futuro, pero no a corto plazo y eso no es coherente con la euforia de las energéticas ni con la expectación mediática.
La fantasía del hidrógeno la pagarán los consumidores

Es necesaria una perspectiva histórica para entenderlo. El sector energético lleva cincuenta años viviendo sucesivos ciclos de inversión-deuda-sobrecapacidad-déficit y rescate final por los consumidores. Primero fue la moratoria nuclear, aprobada por Felipe González en 1984, debida a la deuda generada por la inversión en nuevas nucleares innecesarias. El ministro Juan Manuel Eguiagaray la calificó de faraónica y delirante, y costó a los consumidores 4.383 millones de euros.

En 1998 el Gobierno de José María Aznar compensó a las eléctricas los costes de transición a la competencia (CTC) para cumplir las directivas europeas y los consumidores pagaron 8.663 millones, de los que 3.400 se cobraron de más. En 2002 Rodrigo Rato creó la fórmula contable del déficit de tarifa para abonar a las eléctricas la diferencia entre sus costes reconocidos y las subidas de la luz con el aval del Estado, que el Gobierno de Rodríguez Zapatero convirtió en deuda pública en 2009 (FADE). Los consumidores están pagando 28.000 millones de euros sin auditoría que lo justifique. La Ley 24/2013, del sector eléctrico, estableció el mecanismo actual por el que todos los déficits del sistema se cargan al recibo de la luz.

Ante la ruina económica de las nucleares, la depreciación de las infraestructuras gasistas por sobrecapacidad y falta de demanda, la desaparición del carbón, la depreciación de los activos petroleros y la reducción de beneficios, el sector energético convencional se ve obligado a sustituir los viejos activos por nuevos activos a través de inversiones y operaciones corporativas para hacerse con activos renovables, dar valor a la marca, generar ingresos y rentabilidad al dividendo comprometido con sus accionistas extranjeros.

Los mismos que hace diez años renegaban de las renovables por inmaduras, caras y causantes de todos sus problemas, se entregan hoy a ellas para producir hidrógeno verde con renovables, una tecnología aún cara e inmadura. Como en los ciclos anteriores, sus nuevas inversiones necesitan el apoyo del Gobierno, de la regulación y de los fondos europeos. No es que se hayan convertido a la causa verde, es el mismo capitalismo concesional de los ciclos anteriores que se repite por cuarta vez. Si sale bien, el sector energético seguirá con el dividendo más alto de Europa, y si sale mal, los consumidores pagarán sus deudas.

Los actores son los mismos, ahora con las petroleras reconvertidas en eléctricas; pero también se repiten los errores. Sin estudio de demanda se camina hacia una nueva sobrecapacidad, como ocurrió con las infraestructuras gasistas, sin justificar su viabilidad económica. El último informe “NEO-2020” de Bloomberg NEF analiza cómo el hidrógeno verde necesario para mantener la temperatura del planeta por debajo de 2ºC requeriría un sistema 6 a 8 veces más grande que el actual en capacidad total, un tercio de la cual se destinaría a producción de hidrógeno. Que el hidrógeno verde suministre una cuarta parte de la energía final requeriría un 38% más de energía de la que hoy se produce en el mundo. Hacerlo con eólica y fotovoltaica ocuparía 3,5 millones de kilómetros cuadrados, equivalentes al tamaño de la India, e inversiones entre 78 y 130 billones de dólares para la producción, almacenamiento y transporte de hidrógeno hasta 2050.

El Bank of América ha advertido que para que el hidrógeno verde sea competitivo aún deberá reducir sus costes un 85% y Wood Mackenzie aleja esa posibilidad hasta después de 2030. Esa inmadurez es la que lleva a la Estrategia Europea de Hidrógeno a prever inversiones de 18.000 millones de euros en hidrógeno azul, producido con gas fósil, porque el hidrógeno verde aún tiene costes más altos de los asumibles. IHS Markit propone desarrollar en paralelo el hidrógeno azul y verde porque éste no será competitivo hasta después de 2030. El sector gasista, amenazado de muerte por las baterías de almacenamiento, ha confirmado que el hidrógeno azul seguirá siendo calve porque el hidrógeno verde aún es demasiado caro y las petroleras han propuesto introducir el concepto de “hidrógeno de baja huella de carbono” para incluir el producido con gas fósil.

Igual que en 2015 se creó la fantasía de convertir a España en proveedor de gas argelino a Europa como una ventaja para la seguridad nacional, ahora los mismos actores proponen repetir la fantasía de convertir a España en exportador de hidrógeno a Europa. Se ocultan los problemas y déficits que provocarán la sobrecapacidad, los sobrecostes, las infraestructuras de transporte y distribución y las interconexiones, después que Bruselas haya retirado las interconexiones gasistas con Francia de los proyectos de interés común por falta de mercado y ahora exija para autorizar nuevas interconexiones que se demuestre que los beneficios superan los costes. Tampoco se tiene en cuenta que las infraestructuras gasistas no son compatibles para transportar hidrógeno verde si no se mezcla con gas fósil.

Se han relegado otras alternativas más maduras que encajan con la naturaleza y plazos del Next Generation UE, como el cambio hacia la electrificación inteligente de la demanda y la eficiencia energética. El informe de la Fundación Europea para el Clima, “Hacia una energía libre de fósiles en 2050”, concluye que la electrificación inteligente de la calefacción y refrigeración, la movilidad y los procesos industriales, combinada con eficiencia energética, puede resultar un 36% más barata que el hidrógeno verde a gran escala y ahorrar hasta 23.000 millones de euros de gasto energético en Europa, porque reduciría la demanda neta entre un 44% y un 70%. Lo ha confirmado el instituto alemán Fraunhofer que ha estimado el potencial de ahorro de energía de Europa en un 67%. Aproximar la generación al consumo es más decisivo para llegar al objetivo 100% renovables.

El PNIEC 2021-2030 que el Gobierno ha presentado a la Comisión Europea, al no diferenciar entre la generación centralizada y la distribuida y no establecer objetivos cuantificados de flexibilidad energética y gestión de la demanda, ha provocado un efecto llamada a la inversión especulativa en grandes instalaciones renovables. En este escenario cobran sentido las inversiones en instalaciones centralizadas a gran escala, las innumerables operaciones corporativas y las futuras subastas. Todo apunta a que las grandes energéticas han comenzado un nuevo ciclo inversor que acabará como los anteriores.

El sistema eléctrico debe dejar de medirse por su capacidad de generar ingresos y hacerlo por el contexto en que opera: la demanda. Las decisiones sobre nuevas infraestructuras energéticas para aumentar la capacidad de oferta serán erróneas e irreales si no tienen en cuenta las que afectan a la demanda, porque en la demanda van a influir más los impactos del cambio climático y la autonomía del consumidor que la oferta de energía.

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Miguel
Pedro Sánchez ya se parece a Zapatero. Cuando éste decía hace una década, en pleno éxtasis de subsidios con dinero público, que España era el líder de la Champions League de las energías renovables. El resultado de aquello se sabe: instalación masiva -antes de tiempo- de tecnologías inmaduras, ineficientes y muy caras que dejaron a España en la ruina, con una electricidad cara y una deuda del sistema eléctrico hasta el 2038 que los ciudadanos tienen que pagar en el recibo mensualmente y que supusieron casi duplicar el precio del recibo eléctrico en pocos años. De aquella, España y parte de Europa perdieron su hoja de ruta programada y acabó desapareciendo la industria europea fotovoltaica. Sánchez va por el mismo camino. Ahora es el hidrógeno el nuevo fenómeno de marketing que suena muy verde, del que hay que ser líderes y tirar la casa por la ventana. El Hidrógeno renovable es ineficiente y ruinoso actualmente. Nueva deuda versión 3.0 para el ciudadano se avecina, siempre y cuando esto no se quede en una mera campaña de marketing de cara al electorado "verde". El PSOE es propenso a tropezar dos, tres y hasta 10 veces con la misma piedra en esta materia, y va camino de repetirlo, todo por quedar muy verde.
Alfredo Erviti
Efectivamente artículo muy razonado y razonable. Toca de nuevo tratar de equilibrar expectativas desmedidas con realidades tecnológicas y económicas. Aprendamos del pasado ... pero también de los éxitos. Nadie hubiera pensado hace 20 años la escala de eficiencia que desarrollaron tecnologías como la eólica y solar por ejemplo. Es cierto que el desarrollo e investigación del Hidrógeno solo va a ser accesible a las grande empresas... pero esa es también parte de su “responsabilidad social” puesto que tienen los medios y las capacidades No vendamos humo, pero estamos en la obligación de conocer cuál puede ser la competitividad de cualquier modelo renovable de generación o almacenamiento (caso Hidrógeno). Desde luego el debate es bueno e interesante.
joseramon
De momento nada de hidrógeno verde. Todas las viviendas todo eléctrico y el gas ahorrado para generar la actual producción de electricidad, con lo que se eliminaría sensiblemente el co2 y el aumento de consumo de electricidad con nuevas renovables
Manuel Ruiz
Me ha parecido un artículo excelente al que sólo le echo en falta una mención, aunque sea breve, a la burbuja fotovotáica impulsada por Cristina Narbona en 2007-2008, con la que la potencial burbuja de hidrógeno que analiza el artículo parece guardar bastante similitud.
Luis Merino
Tú sigue riéndote, Víctor. Y gracias por leernos
Victor
Si me gustaría, no obstante, añadir algo, para ser totalmente sincero: Con las cosas que se leen en este portal a menudo, CLARAMENTE en la línea oficialista y salvamundos, y que desde el propio sector nos cuesta aguantarnos la risa o la vergüenza, sorprende encontrar ahora con el hidrógeno verde este punto de vista tan realista, tan con los pies en el suelo y tan sincero. Llegando incluso a admitir que todo lo que se ha hecho desde el ámbito político en el sector renovable ha estado mal o, como mínimo, no ha sido acertado. Cosa totalmente cierta, pero que pocas veces se había leído aquí. Sí sorprende leer esto ahora...
Victor
Gracias por el artículo, muy necesario en momentos como este y más de esta publicación. Creo que no te has dejado nada. Hay que combatir cada día este green washing de ciertos partidos políticos y de todas las empresas del sector. Es claro: Los primeros, discurso fácil para voto fácil. Los segundos, dinero y beneficio. Por cierto, en mí opinión uno de los problemas de fondo es la estructura económica que tenemos a este lado del Atlántico, súper intervenida, que hace que incluso las grandes corporaciones privadas tengan que pasar por el aro y formar parte del teatrillo y comparsa para acceder a los estamentos y, finalmente, al dinero, porque la administración controla un porcentaje enorme del flujo de capital. Pero es lo que llevamos votando 50 años, no debemos quejarnos si después a la hora de la verdad no lo queremos cambiar.
Gerhard Meyer
Excelente artículo, como siempre, de un conocedor como pocos otros. Suscribo lo que ha dicho Luis Merino. Javier García Breva es una de las gran referencias de las renovables en España y su salida del plató político fue una gran pérdida para los que queremos que todos y todas se beneficien de las bondades de las energías renovables. Gracias, Javier, por poner las cosas en su sitio.
Carlos
Este Sr es un reconocido lobista (para mi no es un posicion peyorativa) que apuesta por las renovables actuales. No reconoce que el sistema actual no tiene futuro por que no garantiza su sostenibilidad, sino se resuelve el almacenamiento de una generación irregular. Las baterias no son la solución por su inviabilidad económica, su coste mediambiental y las emisiones que se generan en su construcción. Mal que le pese, el H2 es claramente el vector energético del futuro para garantizar el transporte, el almacenamiento, la compatibilidad con las energias renovables y nuclear para garantizar la O emisiones
lo
Grandísimo artículo. Hay que estar vigilantes y combatir la apuesta por el hidrógeno, que es extremadamente ineficiente y sólo buena para mantener intereses creados.
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