La Directiva (UE) 2024/1275, de eficiencia energética de edificios, publicada el 8 de mayo, hace un diagnóstico certero del nulo progreso de la rehabilitación energética en la UE y una premonición sobre lo que puede pasar en 2050 con la descarbonización del parque inmobiliario. El 95% de los edificios actuales seguirán en 2050, el 75% son ineficientes y utilizan combustibles fósiles en la calefacción; sin embargo, la tasa anual de rehabilitación en Europa sigue en torno al 1% y apenas ha crecido desde 2010. “Al ritmo actual, la descarbonización del sector de la construcción requeriría siglos”, concluye en su considerando 24.
El estancamiento de la rehabilitación en las últimas décadas es el mayor fracaso de la transición energética en Europa, que se ha centrado en la oferta de renovables y ha despreciado la eficiencia en la edificación. Para lograr el objetivo de descarbonización en 2050 sería imprescindible que la rehabilitación de edificios fuese una prioridad de la política energética, que apoyara la calefacción sin emisiones y la rehabilitación profunda a escala de barrio.
La ambigüedad de la directiva hace presumir que se necesitarán siglos para eliminar las emisiones del parque inmobiliario. La definición del artículo 2 del “edificio de cero emisiones” como el edificio que no utiliza combustibles fósiles no parece tan clara en el artículo 13 cuando, para que los gobiernos se esfuercen en sustituir las calderas de gas, establece que “la Comisión publicará orientaciones sobre lo que puede considerarse una caldera de combustibles fósiles”. Como esta directiva apenas habla de calefacción y refrigeración, para entenderlo hay que acudir a la Directiva (UE) 2023/1791, de eficiencia energética, que en su artículo 26 establece que para que un sistema de calefacción y refrigeración se considere eficiente no deberá aumentar el uso de combustibles fósiles “distintos al gas natural” y que ninguna fuente de calor utilizará combustibles fósiles, “a excepción del gas natural” hasta 2030.
La excepción del gas fósil, el margen de discrecionalidad que se da a las autoridades centrales, regionales y locales y los actos delegados que la Comisión tendrá que aprobar para completar esta directiva en aspectos fundamentales para su trasposición por los gobiernos hará que se incumpla durante muchos años, como las directivas de 2010 y 2018.
La instalación de energía solar en la edificación se establece para proteger a los consumidores de los combustibles fósiles y contribuir a la flexibilidad desde la demanda. Se fijan plazos para los edificios nuevos y no residenciales existentes, pero los edificios residenciales existentes seguirán los criterios de las normas nacionales. Lo cual añadirá al retraso en la regulación de los recursos energéticos distribuidos el retraso del autoconsumo en las viviendas. La directiva propone que cada gobierno presentará en 2026 una trayectoria hasta 2050 para convertir en edificios cero emisiones el 43% del parque residencial.
El error Von der Leyen se extiende como mancha de aceite en las directivas del paquete “Fit for 55” a consecuencia de la taxonomía del Reglamento (UE) 2020/852, que convirtió en sostenibles el gas fósil y la energía nuclear y permite que cualquier ahorro de energía del 30% como mínimo se considere sostenible en la rehabilitación de edificios (considerando 30). El gas fósil perdurará en la edificación por mucho tiempo como energía sostenible, la descarbonización será un objetivo inalcanzable y los consumidores seguirán desprotegidos de un mercado cerrado a la competencia. En solo seis años, la Unión Europea ha pasado de liderar la transición energética a encabezar el liderazgo mundial del ecopostureo.
