Javier García Breva
Director general de SOLYNOVA ENERGIA
jgarciabreva@solynova.com
El 5 de junio terminó la cumbre de la FAO en Roma y al día siguiente el petróleo experimentó la mayor subida de la historia: 11 dólares en una sola jornada. El sistema neoliberal del comercio había triunfado así como la campaña contra los biocarburantes ante la actitud diletante de muchos gobiernos, entre ellos el de España. Ese mismo día se confirmó la falta de voluntad para enfrentarse a una crisis global de demanda de mayor consumo de agua, energía y alimentos frente a un escenario de escasez de recursos.
Lo mismo que ahora sabemos que Exxon Mobil pagó campañas para negar el cambio climático, sabemos también que las multinacionales alimentarias han financiado la campaña contra los biocarburantes; por el contrario, tanto el Dr. General de la FAO como la Dra. del Programa Mundial de Alimentos han declarado la bioenergía y los biocarburantes como una buena opción frente al petróleo. Pero el diagnóstico correcto lo hizo el Banco Asiático de Desarrollo en su última asamblea celebrada en Madrid el 6 de mayo pasado.
La amenaza del hambre se cierne sobre Asia: China consume 2,5 veces más carne e India un 20% más, para lo que se necesita 8 veces más trigo y maiz, la depreciación del dólar ha incrementado los precios de las importaciones para los países con divisas en dólares y las sequías como la de Australia, las condiciones climáticas y el alza del crudo han terminado por reducir las reservas alimentarias gravemente. En China el problema se agrava por la desertización de grandes zonas rurales debida a la tala masiva de árboles y por la contaminación del agua de sus ríos.
La economista italiana Nicoletta Napoleoni achaca la crisis alimentaria a la aplicación de los principios neoliberales y pone como ejemplo las políticas proteccionistas y las importaciones de alimentos de EEUU y Europa. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han impuesto las políticas que han causado el desabastecimiento y el encarecimiento de precios en los países más pobres. Son precisamente esas instituciones las que han acusado a los biocarburantes de ser “un crimen contra la humanidad”. Porque en realidad sólo defienden el oro negro. Y esa verdad sólo se expresó en la Conferencia de la FAO por boca del Presidente de Brasil Lula da Silva.
En España nuestros auténticos problemas son la especulación y la dependencia del petróleo. Los márgenes comerciales de la cadena de distribución alimentaria son de un 483%.; por eso, pese a la estabilidad de los precios en los dos últimos años, la cesta de la compra se ha incrementado un 30%. Aunque la inflación es del 4,7% el gasóleo ha subido un 35% en el último año y la factura de las importaciones energéticas en el primer trimestre ha pasado de 7.400 millones de euros en 2007 a 12.600 en 2008, lo que supone el 47% del déficit comercial.
La subida del petróleo en una economía tan ineficiente y dependiente energéticamente como la española va a suponer un daño que la última huelga del transporte sólo deja entrever. Por eso, llama la atención la falta de una mayor defensa de la industria nacional de biocarburantes en estos momentos o la ausencia de políticas concretas para reducir el consumo y la dependencia de los hidrocarburos. El petróleo sólo bajará en la medida que descienda su demanda.
Es el crudo lo que va a destrozar nuestra economía y el medioambiente. Consumir más petróleo supone la ruina económica y ambiental. Si lo correcto políticamente es vivir de la ilusión de la abundancia, lo cierto es que “dime de que presumes…” ¿Será por eso que desde el 9 de marzo no se ha vuelto a hablar de la lucha contra el cambio climático?