“Energía limpia para todos los europeos”. Así ha titulado la Comisión Europea las propuestas legislativas para que Europa lidere la transición energética. El llamado “paquete de invierno” deberá pasar numerosos filtros antes de su aprobación definitiva. A diferencia con las directivas vigentes, que se aprobaron de forma independiente, ahora los objetivos de renovables, CO2 y eficiencia energética se abordan de manera interrelacionada, por lo que la valoración ha de hacerse del conjunto.
Teniendo en cuenta el compromiso del Acuerdo de París para reducir un 40% las emisiones en 2030 y la Hoja de Ruta 2050, aprobada en 2011, para eliminar las emisiones, Europa renuncia al liderazgo mundial de renovables al mantener el objetivo del 27% de renovables y seguir defendiendo combustibles alternativos (no renovables) para el transporte. Se pide para 2030 un esfuerzo en renovables que es la mitad del esfuerzo realizado en la década 2010-2020.
El contradictorio objetivo de renovables se refuerza con el hueco que se deja al carbón y al gas. Los intereses electorales de Alemania, el lobby europeo del gas ruso y la presión de Euroelectric han conseguido pagos por capacidad para la energía fósil y limitación de prioridad de despacho a las renovables. Bruselas, a la vez que presentaba su “paquete de invierno”, ha autorizado a Gazprom a bombear un 50% más de gas a Europa. Se alcanza el record histórico de importación de gas ruso.
La ambigüedad es injustificable. Teniendo en cuenta la relevancia que adquiere el autoconsumo, el almacenamiento, los contadores y redes inteligentes en las nuevas directivas, el concepto de “energía de respaldo” es innecesario y encarece desproporcionadamente los costes del sistema eléctrico y gasista.
La medida más trascendental es el objetivo vinculante del 30% de eficiencia energética para 2030. Un objetivo más elevado de eficiencia arrastra mayores cuotas de renovables y reducción de emisiones. La eficiencia energética en primer lugar para consumir menos con más energía limpia es la definición del modelo de gestión de la demanda que impulsan las nuevas directivas.
Los antecedentes, como el documento de buenas prácticas de autoconsumo de 2015, la estrategia de calor y frío y los requisitos de los edificios de consumo de energía casi nulo de 2016, dan más coherencia a las medidas que ahora se proponen para reducir la demanda energética primaria y sustituir los combustibles fósiles por energías renovables en todos los edificios y en el transporte.
La gestión de la demanda, sin medidas retroactivas, se antepone a cualquier otra política energética. Las renovables, junto a las tecnologías inteligentes, se integran masivamente en el urbanismo y el transporte. La caída de la demanda energética acabará con el sector eléctrico tal y como lo conocemos. ¿Cómo?
Los 3 factores que cambiarán por completo el mercado eléctrico
• Las nuevas directivas reconocen el derecho de los ciudadanos a generar, almacenar, consumir y vender su propia energía renovable en condiciones justas. El autoconsumo compartido, el almacenamiento descentralizado, el punto de recarga, la gestión de la demanda y las cooperativas de consumidores son nuevos derechos de ciudadanía para nuevos usos de la energía.
• El establecimiento de un catálogo de medidas de eficiencia energética para incrementar la demanda y el mercado de rehabilitación y vehículo eléctrico. Entre otras, se propone duplicar la tasa anual de rehabilitación y triplicar la inversión en edificios eficientes, se extiende hasta 2030 la obligación de ahorro del 1,5% anual de las ventas de energía de suministradores y distribuidores, las renovables deberán crecer un 1% al año en la calefacción y refrigeración, el cálculo de eficiencia energética en los edificios hará que a partir de 2021 entre el 50% y 100% de energía primaria se cubra con renovables y serán obligatorios puntos de recarga para el vehículo eléctrico en todos los edificios y aparcamientos.
• Apertura del mercado de almacenamiento y puntos de recarga prohibiendo o limitando el acceso a distribuidores y transportistas de energía, dando prioridad a nuevos actores. Bruselas reconoce que el objetivo de eficiencia energética creará 400.000 empleos, reducirá un 12% las importaciones de gas y ahorrará 70.000 M€ en Europa.
Hace dos años que el Parlamento Europeo, en su resolución sobre objetivos para 2030, aseguró que un 40% de eficiencia energética reduciría las emisiones un 50% y elevaría el consumo de renovables al 35%. La Comisión reconoce ahora la prioridad del ahorro de energía, pero deja la gobernanza del “paquete de invierno” en manos de los gobiernos nacionales que serán libres para hacer lo que quieran.
Los gobiernos deberán presentar en 2019 planes integrados de energía y clima y su hoja de ruta para eliminar las emisiones en 2050. Es la ocasión para promover los numerosos cambios legislativos que impondrán las nuevas directivas y convertir la gestión de la demanda en el modelo energético para una economía sin emisiones contaminantes.
Este artículo ha sido publicado originalmente en La Ofcina de JGB