Hace dos años la Fundación Renovables propuso el establecimiento en nuestro sistema energético del “principio de corresponsabilidad” por el que todos los consumidores de energía, y no solo el consumidor eléctrico, deberían contribuir a la consecución de los objetivos europeos de reducción de emisiones de CO2, ahorro de energía y mayor consumo de renovables. Es una propuesta positiva para que a través de la fiscalidad energética y medioambiental se envíen señales a todos los consumidores sobre la urgencia de avanzar hacia un modelo energético más equilibrado, reduciendo las importaciones energéticas y la intensidad energética con más renovables.
La propuesta fue traducida en la jerga periodística como “céntimo verde”. Fue asumida por el Congreso de los Diputados en diciembre de 2010 y aparece entre las medidas que el Gobierno debate actualmente como un impuesto de 4 céntimos a los hidrocarburos y que se quiere limitar al gas natural, lo que ha provocado una gran bronca entre los ministros de Industria y Hacienda. Pero el concepto de “corresponsabilidad” poco tiene que ver con el “céntimo verde”. La corresponsabilidad se vincula a la equidad, es decir, atribuir a cada uno lo que le corresponde; mientras el céntimo verde, tal y como se está planteando, es una mera figura recaudatoria. La nota de prensa de la Fundación Renovables de 31 de julio deja bien clara esta diferencia (www.fundacionrenovables.org).
Todas las medidas regulatorias adoptadas en los últimos años han tenido como denominador común garantizar los ingresos a las fuentes convencionales (CTC,s, precios del pool, subastas CESUR, primas de disponibilidad, recortes a las renovables). Ahora se plantean nuevos impuestos que en el caso del régimen ordinario (gas, carbón, fuel, nuclear e hidráulica) y de los hidrocarburos se trasladarán al consumidor y en el
caso de las renovables se detraerán de los ingresos de sus instalaciones.
Y ello a pesar de que los precios del pool eléctrico crecen con el régimen ordinario y bajan a medida que crecen las renovables. Igual que en economía el gran engaño es creer que la crisis se debe a la irresponsabilidad fiscal de los países del sur, en energía el engaño es creer que las renovables son las culpables de todo.
La fiscalidad energética ha de ser un ejercicio de equidad y no de mera recaudación. La diferencia está en la finalidad que solo puede ser cambiar de modelo energético y no ir tirando con el modelo actual cargando los parches regulatorios al consumidor. Los impuestos energéticos, como bien ha definido la Fundación Renovables, tienen que perseguir reducir las importaciones energéticas disminuyendo el consumo de
las energías convencionales y fomentando el ahorro de energía y las renovables.
Este cambio de modelo es el que convertirá al consumidor en dueño de sus decisiones sobre cuándo, cómo y qué energía consumir. Los recortes presupuestarios no son equitativos porque no persiguen cambiar el patrón de crecimiento de la economía y los impuestos energéticos tampoco lo serán si no se orientan al cambio de modelo
energético.