El avance del informe sobre competitividad de Mario Draghi en el mes de marzo concluyó que Europa carece de la política monetaria y fiscal adecuada para competir con China y EEUU. El Tribunal de Cuentas de la UE, en un informe del mes de junio, advertía que Europa no está preparada ante una nueva crisis de altos precios de la electricidad. El primer informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente del mes de marzo sobre evaluación del riesgo climático alertó de que Europa tampoco está preparada ante los riegos climáticos. El cambio climático avanza más deprisa que nuestra adaptación al clima.
El balance de la Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen es el resultado de un error que comienza con la taxonomía de inversiones sostenibles del Reglamento (UE) 2020/852 que convirtió el gas y la nuclear en energías verdes para que su combinación con las renovables permita cumplir los objetivos climáticos de 2030. Las directivas del paquete “Fit for 55” han nacido contaminadas por una falacia amparada en la neutralidad tecnológica, que antepone la desregulación y el mercado a la transición energética. Este orden de prioridades frena la acción climática. La Comisión Europea, en su plan de acción frente a los riesgos climáticos de marzo de 2024, calculó la inacción climática en una pérdida del 7% del PIB de la UE en este siglo.
En coherencia, no se modificó la metodología de conformación de precios de la electricidad, que siguen referenciados a la energía más cara, rechazando la propuesta de reforma del mercado que propuso la vicepresidenta española Teresa Ribera. Von der Leyen se posicionó con la patronal eléctrica para que el consumidor siga expuesto al precio marginal de la electricidad y asegurar los ingresos del sistema, relegando la flexibilidad desde la demanda y la eficiencia energética a medidas no vinculantes para no abrir el mercado a la participación de los consumidores, como establecen las directivas del “paquete de invierno”.
La taxonomía ha llenado de ambigüedad el concepto de descarbonización para introducir el gas y la nuclear en las nuevas directivas como energías “sin efecto sobre el clima” (Reglamento delegado de la taxonomía (UE) /2021/2139) o “energía no fósil” atendiendo a “circunstancias nacionales específicas” (Directiva (UE) 2023/2413, de renovables).
La prioridad no es la transición energética sino los intereses nacionales, con una Comisión presidencialista que Von der Leyen ha abierto a la extrema derecha.
Invertir esta situación es una cuestión de coherencia con la emergencia climática. Es el contexto en el que se produce el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea. Junto a los 140.000 millones de euros del Next Generation EU, es el mayor éxito de España en las instituciones europeas. Sin embargo, la composición del colegio de comisarios ha reunido a euroescépticos y negacionistas en una mayoría de la derecha y extrema derecha que rechaza las políticas climáticas.
Los intereses nacionales han impedido que la energía sea una política comunitaria. Las directivas del paquete “Fit for 55” son ejemplo del éxito de los lobbies de los combustibles fósiles. Para que la transición energética no entre en fase de retroceso existencial es importante lo manifestado por Teresa Ribera de que los intereses nacionales coincidan con los intereses europeos. Aunque haya sucumbido a las reglas de la taxonomía con el gas y la nuclear, mantener la prioridad de la lucha contra el cambio climático exige supeditar el interés nacional a los valores de la Unión Europea y llenar las instituciones de perfiles medioambientalistas frente a los lobistas del petróleo, el gas y la nuclear.