Según Bloomberg New Energy Finance, la inversión en energías renovables se incrementó un 16% en 2014 hasta los 310.000 millones de dólares. La energía solar fotovoltaica acaparó el 50% de esa inversión gracias a la reducción de sus costes en un 80% durante los últimos cinco años. Pero lo más importante es que la financiación de proyectos de renovables fue la que más creció, hasta 170.700 millones y, después de la eólica y fotovoltaica, la segunda inversión por volumen de financiación fue la generación distribuida en proyectos de menos de 1 MW mediante placas FV en tejados de hogares y empresas hasta 73.500 millones, un 34% más que en 2013. El año 2014 ha confirmado las conclusiones de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) que en otro informe afirma que la caída del petróleo no afecta a la inversión renovable.
España permanece ajena a estos cambios pero con señales inquietantes. Iberdrola, en una respuesta a la CNMV, ha afirmado que la sobrecapacidad del sistema eléctrico durará entre 4 y 8 años más y Repsol acaba de alertar contra el establecimiento de cuotas para fomentar el ahorro de energía. Y estas afirmaciones se producen cuando se conoce la evolución de la demanda energética de 2014. La demanda eléctrica de los hogares ha sufrido caídas entre el 1,9% y el 5,9% cuando se preveía que aumentase un 0,5% y la potencia contratada ha caído entre un 6% y un 7% cuando se preveía que aumentase un 6,6%. El resultado es que los ingresos por peajes han caído 722 millones que irán al déficit de tarifa. En cuanto a la demanda gasista, ha caído un 9% en la industria y un 15% en los hogares y el déficit de la tarifa del gas supera los 800 millones.
Esta combinación suicida de una gran sobrecapacidad eléctrica con un descenso de la demanda no se ha cuestionado en la reforma energética sino que se ha realimentado con más sobrecapacidad gasista e incentivos al consumo a través de aumentar los obstáculos al ahorro de energía, al autoconsumo y las fuentes renovables que entran a coste cero en el sistema. La crisis ha cambiado el perfil del consumidor y la reforma energética se ha equivocado en el análisis de la demanda desde el principio. Por eso nuestros déficits y costes energéticos han seguido creciendo.
Todos los escenarios pronostican una subida constante de los precios de la electricidad y un descenso generalizado de la demanda no sólo en España sino en todo el mundo. La transición energética en otros países de nuestro entorno está propiciando nuevos modelos de negocio energético basados en el consumidor como centro de las decisiones del sistema y no en sostener una oferta irracional, cara e innecesaria.
La clave de la nueva inversión es la eficiencia energética. La generación distribuida supone un conjunto de oportunidades que pueden revitalizar la economía y el empleo local como hemos descrito en otros informes IPM y Cuadernos IPM que se pueden ver y leer en La Oficina de JGB. El autoconsumo es eficiencia energética y da al consumidor la capacidad de elegir. De esta consideración es desde donde debería partir la política energética.